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INFORME ESPECIAL

La trastienda de la rutina diaria de los encargados de edificios en la ciudad

El perfil de los trabajadores del rubro que excede la denominación de “porteros”. Qué sienten y cómo piensan. Sus responsabilidades. Y cuál es el perfil ideal para ejercer la labor de modo correcto.

Por Leandro Grecco
Faceboook Leandro Carlos Grecco/Instagram @leandro.grecco/Twitter @leandrogrecco

Una de las figuras más icónicas que se pueden observar en especial en el microcentro es la de los encargados de edificios. En Bahía Blanca, son aproximadamente unos 750 los trabajadores registrados en esta actividad que dedican su tiempo en las múltiples tareas que hacen al normal devenir de una propiedad horizontal y sus habitantes.

La miniserie El Encargado disponible en plataformas de streaming, en la cual Guillermo Francella encarnó a un miembro del Sindicato Único de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal, puso sobre la consideración del televidente su función, siempre entendiendo que se trata de una ficción y, se presume, la exacerbación de los rasgos de la labor está a la orden del día.

La Brújula 24 recogió el testimonio de cuatro referentes con años en el rubro dentro de la ciudad. Sus experiencias permiten conocer algo más en profundidad de que se trata el atrapante mundo en el que se mueven, sus responsabilidades, las cualidades que se requieren para cumplir con lo establecido y la satisfacción de sentirse parte de las familias.

Empatía y predisposición

Liliana Bonotti fue la primera en dejar sus impresiones en este informe especial: “Con respecto de mi ingreso a la actividad, primero me llamaron para hacer suplencias. Me gustó e interiormente me decía a mi mismo que cuando se jubile algún compañero, me iba a postular para ocupar ese lugar”.

“Después de seis años y con toda la paciencia para esperar mi momento, llegó el día de tener trabajo fijo. Llevo ya 18 años, recuerdo que la buena noticia de titularizar como encargada de edificio llegó un mes de diciembre y fue como un regalo de Navidad”, destacó Bonotti, en su charla con este diario digital.

Luego, resumió que “entre las cualidades que uno debe reunir puedo sintetizar el hecho de ser empático, tener predisposición, sabiendo que no todos te van a querer. Sin embargo, eso no tiene que desenfocarte al momento de realizar tus tareas porque también es clave saber resolver situaciones que se presentan”.

“Resolver rápido cuando surge algún imprevisto o rotura y sobre la marcha tener en claro a quien llamar. Obviamente, es fundamental una comunicación fluida con el administrador. Se requiere de celeridad para convocar y a los service de cada actividad que se dedican al mantenimiento”, advirtió, con relación a una de las características más destacadas.

Y agregó: “En mi caso particular, tengo realizados todos los cursos que dicta el sindicato que permiten obtener el titulo de Encargado Integral de Edificios. El mismo consta de un curso de seguridad e higiene, primeros auxilios, cerrajería, plomería, electricidad. Son nociones básicas pero muy importantes para una urgencia, mientras esperás la llegada de los especialistas que terminarán el trabajo”.

“Con los años vas también adquiriendo confianza, aprendiendo el día a día. Es un trabajo que tiene muchísimas gratificaciones, muchas veces pasas a ser parte de la gran familia. Es una rutina que te da la satisfacción de ayudar a vivir mejor a los habitantes del edificio”, concluyó Bonotti.

“El edificio es mi segundo hogar”

Luego, fue el turno de Leonardo Mateo Pascuali, quien recordó que “comencé en julio de 1989 como encargado de edificios permanente sin vivienda. Seis meses después fui efectivizado como trabajador en el rubro. Mi tarea a cumplir es controlar el ingreso y salida de gente, repartir las correspondencias, mantener la limpieza en los sectores colectivos, ascensores, pasillos, escaleras, hall de entrada y vereda”.

“En tiempos de pandemia me sentí protegido, al igual que los compañeros con los que uno podía ir conversando, porque el 17 de marzo de 2020 presenté certificado médico, estuve un año y medio sin poder ir a mi trabajo. Recién me reincorporé al edificio Delta XIV de Brown 227, dos semanas después de recibir la segunda dosis de la vacuna contra el Covid, allá por agosto de 2021”, indicó, cuando se le consultó respecto a los momentos más delicados de la pandemia..

Por último, Pascuali cerró con una reflexión contundente: “El edificio es mi segundo hogar, porque a través de los años conocí a mucha gente, incluso aquellas personas que físicamente ya no están pero llevo en mi corazón”.

“Formamos un gremio fuerte”

Vanesa Schulmesiter lleva 30 años dentro de la actividad: “Viví muchísimos años en edificio con vivienda para el encargado y la verdad es que se genera una relación de muchísima confianza y se va compartiendo literalmente la vida. No es un mito, sino una realidad que aquellos propietarios que envejecen en una misma propiedad y van quedando sin su familia, se acercan al encargado, una figura que, en definitiva, resulta de gran ayuda”.

“Considero que por suerte formamos parte de un gremio fuerte. Tal es así que se nos reconoce monetariamente. Debo admitir que en estos últimos años fue cambiando la imagen que tienen los titulares del consorcio respecto del encargado”, recalcó Schulmesiter.

Y cerró con una crítica: “No obstante, aún algunos la menosprecian, pero también creo que tiene que ver con que actualmente los edificios cambian bastante seguido de propietarios. Además, creció exponencialmente la presencia de los inquilinos”.

Actividad en crecimiento

Por último, Héctor Giménez aportó su punto de vista: “Hace 23 años (desde 1999) que ejerzo mi labor diaria en este rubro. Te imaginarás todo lo que he vivido, estando a cargo de un edificio de 12 pisos con 72 departamentos de dos, tres y cuatro dormitorios. Es un trabajo muy especial; estuve contratado muchos años, más de  ocho, hasta que después me tomaron efectivo”.

“Tenés que ser moderado en todo por que la gente después de la pandemia se puso intensa. Considero que a todos nos cambió el carácter. Gracias a Dios soy cristiano y trato de llevar la situación sin reaccionar y siempre promuevo el diálogo antes que discutir. Como en todos lados hay de todo tipo de personas algunos más amables y otros no tanto”, apuntó Giménez, con énfasis y determinación.

Además reflexionó que “en muchas familias trabaja el matrimonio y chicos van a la escuela, es por ello que uno se convierte en un pilar fundamental. Me suelen encargar desde el agua envasada hasta productos de farmacias, todo de primera necesidad. Las quejas más frecuentes ruidos molestos por alguna obra o modificaciones en los departamentos, por ejemplo cuando trabaja el albañil”.

“Hay varias unidades alquiladas a estudiantes, pero por suerte los tenemos controlados porque cuando entran les entregamos una hoja con normas de convivencia. Respecto al suministro de ropa de trabajo nunca tuve problemas. Inclusive tengo la libertad de comprarla y me reintegran lo que gasto, al igual que los insumos. Con tantos años, la Comisión sabe que no tiene problemas conmigo”, opinó.

Sin embargo, afirmó que “esta actividad ha crecido notoriamente y sería importante que quienes están en busca de trabajo sepan dónde dirigirse. También resultaría vital que aquellos aspirantes a un puesto reciban una charla de referentes en el rubro para conocer de qué se trata la labor”.

“Eso evitaría que haya muchos trabajadores que apenas permanezcan una semana al frente del normal funcionamiento de un edificio. No es solamente limpiar, uno también debe interactuar con las personas que allí residen, atender a los proveedores, entre otras funciones”, cerró Giménez.

Silenciosos y sin estridencias, buscan pasar desapercibidos pese a los diferentes rasgos de sus personalidades que los distinguen y los convierten en mucho más que garantes de la seguridad y buen funcionamiento de las instalaciones que tienen a su cargo. Muchos suelen convertirse hasta en una especie de psicólogos, amigos, hermanos o padres de los vecinos que, en líneas generales, descansan en su discreción y responsabilidad.

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