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historia de vida

La lucha de una pediatra bahiense por conocer a su familia biológica

“Alguien me tuvo nueve meses en la panza y por algún motivo me dio en adopción. Estoy preparada para conocer mi historia”, dijo a La Brújula 24 Marcela Pacheco, que lleva varios años detrás de “la punta del ovillo”.

Marcela Pacheco con sus hijas

Cecilia Corradetti – Para La Brújula 24 – [email protected]

Aunque desde lo más profundo de su corazón Marcela Pacheco, de 57 años, bahiense, médica pediatra y fanática de River Plate, supo que era adoptada; recién algunos años atrás, cuando sus padres adoptivos ya no estaban, se decidió a comenzar la búsqueda de sus orígenes.

Sin rencores y con mucha necesidad de conocer “la punta del ovillo”, Marcela, que trabaja en el Hospital Privado del Sur, cuenta que su partida de nacimiento data del 10 de noviembre de 1965, aunque en esa documentación no figura si el parto se produjo en una institución hospitalaria o en un domicilio. Tampoco la identidad de la partera ni del médico obstetra.

“Por ende, no sé si será la fecha la verdadera”, agrega Marcela, actual coordinadora del servicio de Internación de Pediatría en el Hospital Privado del Sur y en la Asociación Médica de Bahía Blanca, miembro de la mesa coordinadora de colegios profesionales de la Provincia de Buenos Aires. Además, atiende su consultorio particular.

“Hace más o menos cinco años comencé a indagar, aunque creo que siempre lo supe. Tuve una familia maravillosa y soy lo que soy gracias a ella. Tengo entendido que mi papá se negaba a que me enterara de la verdad, por eso se transformó en un secreto familiar que también guardó mi mamá, supongo que por lealtad hacia él”, repasa.

Así, con gran cantidad de personas que la alientan a seguir adelante, posteó en su Facebook: “Viví en el barrio La Falda, me amaron y me dieron todo, pero necesito encontrar, conocer y agradecer a mis padres biológicos el hecho de haber nacido. Tal vez tenga hermanos, tíos, primos… si alguien sabe algo, avísenme”. El texto va acompañado de algunas imágenes de su vida.

Las imágenes que comparte Marcela Pacheco en su Facebook

Cuando su padre falleció, Marcela optó por preguntarle a su madre, aunque ya estaba enferma (sufría un Accidente Cerebro Vascular) y poco podía hablar y comprender.

“Fue una tía quien me confirmó la noticia y también me dijo que hubiese deseado habérmelo contado antes, pero mi papá se negaba por temor a mi reacción. Allí pude entender a mi mamá”, explica.

“Si todavía viven mis padres, quisiera decirles gracias por no haber abortado y seguir adelante. Alguien me tuvo en la panza durante nueve meses y no me importan las razones por las que me dieron en adopción”, señala.

Marcela aclara, que de acuerdo con la fecha de nacimiento, no es hija de desaparecidos.

“Me hice ADN ancestral y tengo más de 900 primos, aunque lejanos. Me metí en muchas páginas, suelo compartir mi historia en las redes. Al principio sentí una sensación rara, pero ya no. Aparecieron parientes lejanos, pero ellos tampoco tienen en claro su árbol genealógico y, claro, para todo esto hay que tener muchísimo tiempo y gran paciencia”, puntualiza.

“Me llamaron de muchísimos lugares y hay gran cantidad de gente en la misma situación. Estuve en contacto con personas de Río Colorado, Rosario, Tucumán y hasta de Uruguay. Me asombra la cantidad de historias, muchas de ellas muy tristes, dolorosas, de hijos robados, arrebatados, de mujeres violadas… por eso creo que hay que ser fuerte para iniciar una búsqueda”, reflexiona.

Marcela Pacheco

“Por ahora –completa– no tengo nada concreto, sigo publicando, sigo y sigo confiada en que algún día llegaré a la verdad”.

La historia de Norma y Hugo

Sus padres adoptivos fueron Norma Piersantelli, quien era docente, y Hugo Pacheco, tapicero y réferi de básquet.

Marcela tiene un hermano, Marcelo, profesor de Educación Física, que nació apenas un año después que ella y es hijo biológico del matrimonio.

“Dicen que mi mamá no podía quedar embarazada y por eso decidieron adoptarme, pero cuando llegué a la familia, con cinco días, ella ya estaba esperando a mi hermano, hay muy poco tiempo entre ambos. El nació en diciembre de 1966”, señala.

Marcela Pacheco con su madre adoptiva

“Me enteré también que tuvieron muchos problemas para anotarme en el Registro Civil, justamente porque las fechas estaban muy juntas”, agrega.

Evoca: “Tuvimos una infancia feliz, mis padres hicieron todo para que así fuera. Ambos fueron muy presentes, siempre acompañándonos en todo lo que emprendíamos, viajes, actividades deportivas y además eran muy buenos con nuestros amigos”.

Cumplió la Primaria en la Escuela N° 6; la secundaria en las Escuelas Medias de la Universidad Nacional del Sur e hizo la carrera de Medicina en la Universidad Nacional de La Plata, con un posgrado en la UNS.

Lo cierto es que poco a poco, iba sintiendo que era diferente a ellos en varios aspectos. Color de piel, por ejemplo.

Marcela Pacheco (centro). A la izquierda sus padres. La abraza su hermano Marcelo.

“Mi mamá adoptiva murió poco antes del inicio de la pandemia, en enero de 2020, y por entonces ya no podía hablar ni emitir sonidos. Solo me miraba y me escuchaba. Poco antes había intentado preguntarle algunas cosas y solo atinaba a llorar”, rememora.

Divorciada, Marcela es mamá de Manuela, de 27 años; y Amparo, de 22.

“Mis hijas me acompañan, pero claramente no tienen el mismo interés que yo. Para ellas sus abuelos fueron quienes me criaron a mí”, sostiene y vuelve a analizar los motivos que llevaron a su padre a negarse a contarle la verdad.

“Lo único que puedo decirles, aunque ya no estén, es gracias. Un gracias infinito –concluye– por habernos amado con todas las letras”.

“Todos tenemos derecho a conocer nuestra identidad, de dónde y de quiénes venimos y esto es algo que me da vueltas en la cabeza desde que lo confirmé”, confiesa.

“A veces me pregunto por qué no indagué antes y creo que también fue por lealtad a mi familia. Mis padres fueron excelentes con mi hermano y conmigo y jamás hicieron diferencias. De hecho, si las había, en general, eran a mi favor. Siempre me ponían de ejemplo”, asegura.

En todos los casos, los numerosos comentarios de su Facebook son cálidos, amorosos y de un profundo aliento a continuar la búsqueda.

“Te deseo de corazón que encuentres a tus padres y puedas abrir, cerrar y continuar caminos nuevos con ellos”, señala Alejandra Carce.

Cristian Ballistreri le dice: “Siempre con fe, aunque solo parezcan palabras, la fe mueve montañas. Toda la suerte”.

Gladys Senger comentó: “Rezaré para que puedas encontrarlos y así será”.

Marcela cierra su relato con una sonrisa y toda la esperanza del mundo: “Ya soy adulta, me siento fuerte y preparada para conocer la verdad”.

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