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Qatar 2022: las cábalas también juegan el Mundial

Desde los talismanes de Bilardo a los cuernitos de Mostaza Merlo y el talco del Coco Basile, algunos de los trucos que pueden volver entre quienes creen en estas prácticas.

Una familia se sienta a ver un partido de fútbol. Si la buena suerte acompaña a su equipo, mejor no tentar al destino: todos se ubican en los mismos lugares que la vez anterior. El ritual permite tener las condiciones idénticas a las de la victoria. No importa si el gol del triunfo fue fruto del talento del número 10 o de una elaborada jugada de laboratorio: el tío no se movió del sillón y ayudó a la victoria.

Si el resultado no se repite, hay que analizar las causas de la derrota. ¿Achique mal tirado? ¿Remate que se desvió en un defensor y desacomodó al arquero? ¿Un penal en contra sobre la hora? En cierto hogar, se acusará a la abuela que justo se levantó para ir al baño. En consecuencia, se alteró el ritual y habrá que buscar otra fórmula casera para ayudar al regreso del triunfo. Las cábalas forman parte de las costumbres a la hora de querer empujar el destino en acciones en las que uno no tiene injerencia. Forman parte del folklore futbolero y dirán presente cuando la Selección argentina comience a jugar en el Mundial Qatar 2022.

La palabra cábala es polisémica en castellano. En la acepción que interesa, de acuerdo al Diccionario de la Real Academia Española, es un “cálculo supersticioso para adivinar algo”. También es sinónimo de suposición y de intriga. Además, refiere al “sistema de interpretación mística y alegórica de la Biblia judía" y al “conjunto de doctrinas teosóficas basadas en la Biblia, que, a través de un método esotérico de interpretación y transmitidas por vía de iniciación, pretende revelar a los iniciados doctrinas ocultas acerca de Dios y del mundo”. Estas dos últimas acepciones fueron el tema de interés de un intelectual lejano como pocos al fútbol, terreno propicio por excelencia para el “cálculo supersticioso”: Jorge Luis Borges.

Las cábalas terminan siendo un elemento por el cual, desde afuera, nos incorporamos al grupo por el que hinchamos y nos sentimos parte. No es solamente la cuestión de alentar y gritar los goles, sino de, aunque sea con supercherías, aportar (o, mejor dicho: sentir que aportamos) un granito de arena a un éxito que, sobre todo, es colectivo.

Los talismanes de Bilardo y la leyenda de Quiricocho

Así como los hinchas tienen sus cábalas, los propios protagonistas no son ajenos a la cuestión. En materia de cábalas, Carlos Salvador Bilardo ocupa un lugar privilegiado en el folklore futbolístico. En el Mundial de México, los jugadores ocupaban los mismos asientos en el micro que los llevaba a los partidos y escuchaban siempre la misma música.

Cuentan sus dirigidos que en un momento dado las cábalas se volvieron incontables. Ricardo Giusti diría que parecían una secta en la que Bilardo era el gurú. Las cábalas eran anteriores en el universo bilardiano. Los más memoriosos recuerdan una costumbre en el Estudiantes campeón de 1982 (un equipo brillante, cuyo éxito no puede atribuirse, como en ningún campeón, a las supersticiones): un hombre cercano al plantel, conocido como Quiricocho, era enviado por Bilardo a palmear a los jugadores visitantes cuando bajaban del micro. Al parecer, Quiricocho era portador de la mala suerte. La leyenda dice que sus poderes eran cosa seria: Estudiantes perdió con Boca un día que Quiricocho no estaba para palmear. El nombre se usó como talismán ante penales de rivales, como forma de forzar el error.

En tanto Reinaldo Merlo hizo historia con los “cuernitos” que hacía con sus dedos índice y meñique, como forma de que no prosperara alguna acción rival contra su Racing campeón en 2001, cuando la Academia cortó 35 años de sequía a nivel local. Merlo colaboró con Alfio Basile en su primer ciclo al frente del Seleccionado. En la Copa América de 1993 se impuso una cábala antes de los penales, materia en la que Sergio Goycochea fue un héroe en el Mundial de Italia. Ante Brasil y Ecuador, a la hora de la definición por penales, los jugadores rodeaban en un aparte al arquero, se amontonaban abrazados encima de él, como si estuvieran en una arenga. Tapado por sus compañeros, el arquero orinaba sobre el verde césped. La Selección dejó atrás a sus rivales gracias a los penales atajados por el arquero.

El talco del Panadero Díaz y el Coco Basile

Basile es otro cabulero de fuste. En su exitoso paso por Boca, en 2005, abundaron las cábalas. Los días de partido, en la concentración, determinados programas de TV no podían sintonizarse porque traían mala suerte. Rubén "Panadero" Díaz, el histórico ayudante de campo de Basile, llevaba talco en los bolsillos y, si Boca hacía un gol, palmeaba al DT con ese polvo. Los artilugios no funcionaron en el segundo paso de Basile por la Ribera.

La mala suerte futbolística de la Selección, que duró entre 1993 y 2021, probablemente puso en tela de juicio las cábalas. No su existencia, pero sí la infalibilidad de algunas.

Fuente: Página 12

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