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DE AYER A HOY

Marisa Plano, tras su profunda depresión: “Creí que se terminaba mi vida”

Hija de una leyenda del automovilismo, brilló en el patín. La quiebra de un banco la catapultó a la política. Y el trance que atravesó los últimos meses: “Me aislé, estaba como en pausa”.

Por Leandro Grecco
[email protected] – Instagram: @leandro.grecco – Twitter: @leandrogrecco

Cada persona recibe los golpes de la vida que está en condiciones de soportar y asimilar. Esa es una frase que suele repetirse y puede aplicarse a esta historia. Más aún si se trata de una personalidad que, desde el vamos, contaba con cierta trascendencia por arraigo familiar, a partir de lo que significó la carrera de su padre.

Cada uno de nosotros tiene una historia para contar, proezas de las cuales enorgullecerse y traspiés inevitables que dejan enseñanzas para evitar tropezar dos veces con la misma piedra. Hoy, Marisa Plano se entregó a un recorrido en profundidad por el vértigo de su historia y La Brújula 24 es testigo de esa introspección desde el alma.

“Nací el 1º de abril de 1962 en Bahía Blanca. El dato pintoresco de mi llegada al mundo es que mi mamá estaba embarazada y fue a la Pista Roja del Club Liniers un sábado a la noche y dio a luz al otro. Un claro indicador de que mis padres pasaban mucho tiempo juntos lo que, sumado a que fui hija única, se forjó un hermoso vínculo entre los tres”, resaltó Plano, mientras preparaba el mate, ese ritual que la pandemia había relegado.

Además, rememoró que “viví y crecí en el barrio Noroeste, donde permanecí hasta hace 20 años. Primero en una casa de Bolivia 25 donde mi papá tenía el taller, para luego mudarnos a la vuelta, sobre la misma manzana, en Colón 1269. En la primaria fui a la Escuela 2 Valentín Vergara y la secundaria la cursé en las Escuelas Medias de la UNS”.

“Me recibí de maestra, pero no ejercí nunca, porque de chica me vinculé con el patín, en una época donde no era algo frecuente que las niñas hicieran un deporte. Sin embargo, mi papá al ver mi vocación por esa disciplina, me apoyó por completo, comprándome los patines profesionales a los dos meses de haber iniciado la actividad y cuando nadie los tenía”, sostuvo, en otro segmento de la atrapante conversación, que recién iniciaba.

Y añadió: “Comencé con 10 años en Olimpo, hasta que a los 18 vinieron a buscarme del club El Danubio para dar clases de manera recreativa. Pasé dos años por La Armonía, hasta que llegué a Villa Mitre, institución en la que permanecí más cantidad de tiempo como profesora. De allí me llevé no solo los logros deportivos, sino también el afecto de mujeres que hoy tienen casi 40 y recuerdan con cariño aquella etapa porque creo que les enseñé algo más que patinar, traté de inculcarles la pasión en cada aspecto de la vida”.

“Se trata de uno de los deportes más difíciles que existen porque requiere de coordinación mental y entrenamiento físico. Por eso, el patín tiene algo de la adrenalina del automovilismo, la actividad por la que mi apellido se convirtió en popularmente conocido y en mi caso, sentí que en esta disciplina se conjugaba la atleta con la artista, vos vetas muy presentes en mi, por el gusto por la danza y la música. Viví la transición del patín recreativo al que adquirió una técnica más pulida, por eso dejando atrás la adolescencia opté por darle un lugar a la formación de la entrenadora”, refirió Marisa, con la sonrisa dibujada en su rostro.

Consultada respecto a qué significó “Nene” Plano en su vida, reconoció: “Desde muy chica tuve plena conciencia de quién era mi padre, un ser sumamente especial que trascendía lo que fue como piloto de carreras, un ser noble y generoso que le tocó una vida durísima. Con 20 años se hizo cargo de su mamá y su hermana porque mi abuelo quedó totalmente ciego y le debieron amputar una pierna, se puso al frente del taller de reparación de llantas”.

“Al poco tiempo conoció a mi mamá y se casaron, tenía 24 años cuando nací y contaba con la madurez de un hombre adulto. Nunca lo vi con un gesto adusto y, si bien era una persona muy responsable, también se daba su tiempo para ser alegre, incapaz de dramatizar porque a todo le encontraba una solución”, añadió, con tono pausado y el brillo de la admiración en sus ojos.

En ese mismo sentido, consideró que “ser la hija de ‘Nene’ Plano me abrió muchas puertas desde siempre, apenas tenía 8 años viajaba con ellos cada 15 días a sus carreras en la categoría Sport Prototipos. Para mí era maravilloso porque los patios en los que jugaba eran los autódromos, conocí a Luis Di Palma, Néstor García Veiga, entre otros. Una vez fui su acompañante en un auto manejado por él, en Las Flores, dimos una vuelta y me di cuenta que eso no era lo mío (risas)”.

“Fuimos de vanguardia con el hecho de viajar en una casa rodante y visitar cada trazado en familia, algo que no era común en aquellos años. Tal es así que ese espacio se convertía en el punto de encuentro donde mi mamá preparaba mate y café para todos, era la casa del pueblo en los autódromos”, indicó, con relación a aquellos años en los que todo era felicidad, antes de un episodio que cambió absolutamente todo.

Lejos de evitar hablar de aquel hecho, lo relató con lujo de detalles: “A raíz del grave accidente de mi papá, pasé a vivir dos años en Buenos Aires. Recuerdo todo de ese hecho que nos marcó para siempre; corría el año 1991, él iba a ser distinguido como el mejor midgista de todos los tiempos, razón por la cual se hacía una carrera en Sunchales para la que era el invitado principal. Tenían previsto viajar con mi mamá, pero días antes se rompe el embrague del auto, motivo suficiente para decidir cancelar la visita a tierras santafesinas”.

“Sin embargo, su entorno comenzó a insistirle, hasta que Rubén Pérez le ofrece llevarlo y que viajen los dos matrimonios en su vehículo particular. Un poco a regañadientes, ‘Nene’ acepta; yo me quedé porque tenía torneo de patín y la noche anterior me dio muchas indicaciones, cuando le aclaré que se iba solo por tres días, él me respondió ‘nunca se sabe’”, prosiguió con la crónica de la situación que tuvo tintes premonitorios.

Lo que sobrevino luego no fue nada fácil: “Tardó dos años en volver a su casa. El día del accidente, yo estaba trabajando en una conocida casa de acumuladores y cuando me informaron que uno de los ocupantes del vehículo había sufrido graves heridas, intuitivamente supe que se trataba de mi papá, y ese pálpito no falló”.

“Desde entonces comenzó una historia que cambió el curso de mis días porque hasta los 29 años tuve la vida de una princesa, en una familia de clase media que me dio todo lo que tenía a su alcance. Cuando me enteré del diagnóstico, que fue una cuadriplejia, tenía plena conciencia de que la vida de todos había virado para siempre”, se lamentó, una herida que con el tiempo ha sabido muy lentamente aliviar.

Marisa no dejó de luchar, no se rindió, lo trae en los genes, como lo hacía su papá en cada carrera: “Luego vinieron 60 días donde la gravedad del cuadro era notoria, hice hasta lo imposible para que pueda vivir, a punto tal que él alguna vez me lo reprochó, porque significó para él estar 13 años inmóvil del cuello hacia abajo. Sin embargo, sobre el final de sus días, me terminó agradeciendo todas mis locuras”.

“Lo llevé a Estados Unidos, donde lo atendió el mismo neurocirujano de Ronald Reagan, Gloria Estefan y Emerson Fittipaldi. Hizo la rehabilitación en un hospital prestigioso de Miami y luego nos mudamos a Cuba, donde permaneció unos meses para seguir con los ejercicios y una serie de cirugías por sus escaras y los movimientos involuntarios”, apuntó, sin remordimientos ni nada para reprocharse.

En medio de tanta turbulencia, vino un mimo del destino: “En 1996 me convierto en madre, más precisamente cuando volvimos de Centroamérica conozco a mi primer marido y puedo decir que la llegada al mundo de mi único hijo Julián fue una ráfaga de aire fresco para tanto dolor. Una alegría para una familia que vivió en un estado anormal, no solo por el estado en el que se encontraba mi papá, sino por los cuatro años que paseamos en el mundo para darle calidad de vida. Lejos de lo que pasa con algunos deportistas, mi papá fue muy apegado a su familia, por eso él cosechó de ese entorno tanto amor en los momentos tan críticos”.

“Es que, para colmo de males, mi padre había cobrado una indemnización por el accidente, que era el dinero con el que contábamos para poder afrontar lo costoso de su cotidianeidad. Y una mañana nos desayunamos con que el banco donde estaban depositados 300 mil dólares había cerrado sus puertas. Puedo decir que ese fue otro capítulo en mi vida porque, sin quererlo, empecé a pelear y llevar adelante el reclamo de todos los ahorristas de la ciudad”, contó, con relación a otro inesperado cachetazo.

Las circunstancias la convirtieron en una referente: “Me convertí en cierto modo en la voz cantante de un grupo de personas que se sentían indefensas frente a la decisión del Banco Integrado Departamental. Cuando se conformó el Comité de Acreedores, en Bahía Blanca me dieron el mandato para ser la que los represente y es ahí donde surge esa vocación política que no la busqué. La quiebra del BID duró 21 años y durante todo ese tiempo viajé a Venado Tuerto una vez al mes para las reuniones”.

“Esa exposición pública me llevó a que el 27 de febrero de 2003 suene mi teléfono en dos ocasiones, casi un mes después del fallecimiento de mi papá. Se comunicaron conmigo Dámaso Larraburu y Rodolfo Lopes para ofrecerme ser parte de la lista de concejales. Primero respondí negativamente porque tenía en mente tomarme un año sabático y no me sentía parte de ese mundo”, reconoció Plano.

Sin embargo, el “no” lejos estuvo de ser definitivo: “No obstante, ambos me hicieron ver que estaba haciendo política desde años anteriores sin proponérmelo, algo que en definitiva era cierto porque me había embanderado en una problemática con el objetivo de defender los derechos de la gente. Yo era peronista desde los 20 años, pero nunca había militado activamente y cuando se conformó la lista me dijeron que necesitaban dos mujeres, considerando que era una de las más potables para ese cargo”.

“Iba en el sexto lugar y el peronismo nunca había logrado más de cuatro bancas, pero en 2003 entramos ocho ediles. La política, al principio me tomó de sorpresa, pero después noté que tenía vocación, entendiendo que era una herramienta capaz de cambiar la vida de la gente, sucede que no siempre es para bien. Me tocó el extraño honor de pertenecer a la concejalía que destituyó a un Intendente, fui una de las personas que votó en contra de la moción para separarlo del cargo y esa decisión selló mi final de mi corta carrera en ese ámbito”, dijo, dejando entrever cierta desilusión por el abrupto cierre a una etapa.

Por si todo aquello fuera poco, el comienzo de 2022 fue traumático: “Para celebrar este año mis 60 tenía planificado, entre otras cosas, un viaje al exterior, empezando con alegría la etapa previa a jubilarme. Sin embargo, confluyeron situaciones, una de ellas ligada a un problema de salud de mi mamá, que hizo que ingrese en un profundo estado depresivo. Fue como una bomba que estalló hace seis meses porque nada hacía pensar que una persona con mi carácter, con todo lo que había vivido, podía caer en un pozo”.

“Gracias a la intervención profesional y el apoyo de la familia y amigos voy saliendo de este proceso, un trance que cuando termine de transitar, me interesaría capitalizarlo para ayudar a otras personas que lo estén atravesando. En el momento más crítico, pensé que la vida se había terminado, había bajado los brazos, había quedado como bloqueada ante el mundo. El 3 de abril, como un regalo de cumpleaños tenía previsto tomar el vuelo para cumplir con el sueño de meses y que había implicado un gran sacrificio”, describió.

Un nuevo hito en la línea de tiempo de su convulsionado recorrido la puso a prueba: “Cinco días antes, mi mamá tuvo un pico de presión y pasó más de una semana internada en terapia intensiva, razón por la cual se suspendió el viaje. Ella vivió dos meses conmigo en casa, con una lenta recuperación y cuando regresa a su domicilio, ahí caigo en la cuenta de lo que me estaba pasando a mí”.

“Todo lo que vine atravesando a lo largo de los años me pasó factura porque a lo que fui relatando con anterioridad hay que sumarle el abandono del papá de mi hijo cuando Julián apenas había nacido. Esa desaceleración violenta luego de tanta vorágine creo que pudo haber desembocado en este proceso, el cual aún no está resuelto, pero que siento que voy por el camino correcto”, exclamó aliviada Marisa.

Respecto a su experiencia personal, la hija de “Nene” fue analítica: “No sé si todo el mundo transita de igual modo una depresión al comienzo, pero en lo particular fue algo muy abrupto, comencé con un estado de ánimo que me llevó a la quietud, no alimentarme y dejar de comunicarme. Me encerré en mi misma, intentando seguir con la vida cotidiana hasta que me dí cuenta de que no tenía más energías. Por eso a la gente en esta misma situación le diría que cuando detecte estos síntomas busque la ayuda en su círculo más íntimo”.

“En mi caso, dos amigas de fierro me llevaron al psiquiatra porque me decían ‘Marisa, esta no sos vos’ y voluntariamente accedí a la ayuda porque era conciente de que algo estaba muy mal. Tener una depresión no es algo para esconder, puede formar parte de cualquier persona que atravesó muchas situaciones traumáticas, es una enfermedad y que no se sale solo con voluntad”, esgrimió al epílogo de la charla.

Y cerró con la siguiente reflexión: “Está claro que la persona que está en ese estado no quiere vivir así y no es que no le ponga onda, sino que requiere de asistencia psiquiátrica que, junto a la terapia psicológica, hacen su tarea. Cuando me aislé creí que me moría y es vital tener confianza y fe de que si uno hace los deberes, cumple con un tratamiento y empieza a reconectarse con la vida, uno puede volver a ser el que fue y salir adelante”.

Su locuacidad y las convicciones bien claras tornaron insuficiente los casi 30 minutos de grabación. Siempre quedan aspectos en el tintero, sin embargo, la síntesis de su testimonio transforma en valiosa su experiencia y el mensaje que puede dejarle a una mujer que con resiliencia y desde una postura empática, pudo hacer frente a cada obstáculo, por su integridad y nobleza.

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