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INFORME ESPECIAL

En primera persona: qué piensan y cómo trabajan los choferes de colectivos

Los secretos del oficio. El tránsito. La inseguridad. Y la relación que se genera con los pasajeros frecuentes. Un artículo que permite conocer más del trabajador del volante del transporte público.

Por Leandro Grecco
[email protected] – Instagram: @leandro.grecco – Twitter: @leandrogrecco

Demonizar una profesión por el simple hecho de caer en la sencilla generalización de ubicar en la misma bolsa a quienes la ejercen sin tomarse el tiempo de separar aquella estigmatización que radica en cuestiones arcaicas donde el comportamiento de unos pocos empaña al resto es una conducta habitual de la sociedad.

Es cierto que con el transcurrir de las épocas, diferentes oficios se han profesionalizado, echando mano a los avances en distintos campos de la ciencia. Acceder a un empleo en el cual la responsabilidad es mayúscula y requiere de ciertas condiciones indispensables para aplicar y ser apto. Para ello, los mecanismos de control resultan fundamentales para evitar sorpresas desagradables.

El trabajador del volante en el transporte público de pasajeros en Bahía Blanca cumple un rol fundamental en el desenvolvimiento de las actividades diarias. Surcan las calles de la ciudad, con las vicisitudes que implica una actividad con distintas aristas a analizar por este artículo de LA BRÚJULA 24, donde la voz la tienen los protagonistas.

“Para disfrutar de ser chofer te tiene que gustar mucho”

Piero Cola fue el primero en brindar su testimonio: Desde chico me gustaban los micros y camiones, mi papá era chofer en uno de ellos y hasta me enseñó a manejarlo. Luego, el destino quiso que hace ocho años comience a trabajar en el transporte público. Inicialmente lo hice en el área de mantenimiento, cuando apenas tenia 19 años”.

“En mi caso particular fue por necesidad, pero rápidamente me empezó a gustar el mundo del colectivo. A los 21 pude obtener el carnet profesional y tuve la oportunidad de subirme a manejar el micro, que era mi premisa fundamental”, recalcó Cola, en la continuidad de su alocución.

Sin embargo, aclaró que “es un empleo que para disfrutarlo que te tiene q gustar mucho. Sin dudas me veo muchísimo tiempo más arriba del colectivo. Hoy en día tenemos la suerte de laburar tranquilos y más teniendo el respaldo de nuestro gremio.

“Creo que en Bahía Blanca, el tema tránsito es complicado porque hay mucha gente que no respeta. A eso hay que sumarle que tenemos demasiadas calles en mal estado y sin asfaltar. Es una ciudad grande y tiene que estar preparada para el transporte público ya que es utilizado por muchos vecinos”, manifestó el joven trabajador del volante.

Y reveló sus sensaciones puntuales: “Con los pasajeros frecuentes tengo la suerte de llevarme muy bien. Hace cuatro años que estoy en la misma línea e idéntico turno y una vez que la gente te conoce, se hace todo más fácil. Nunca falta la señora que te regala un sandwich o alguna botella de agua. Los que viajan todos los días en colectivos son muy respetuosos y buena onda”.

“Nos estamos quedando sin espacio para circular”

Sebastián Díaz también dejó sus sensaciones en la misma dirección: “Mi pasión por los colectivos viene de larga data. Desde chico viajaba con los choferes antiguos, el tiempo que duraba el turno. Incluso les ayudaba a barrer la unidad y los conocía a todos los de la línea que pasaba por la esquina de mi casa”. 

“Hace seis años que soy chofer de micros. Los primeros tres estuve trabajando en transporte de combis y colectivos que llevaban gente a planta. Particularmente elegí este empleo por vocación, porque paralelamente soy service de lavarropas matriculado hace cinco años también y esa es mi otra entrada de dinero”.

Respecto del tránsito, consideró que “nos estamos quedando cada vez con menos espacios para circular con las unidades. Las calles están a simple vista deterioradas con poco mantenimiento. Creo que Bahía Blanca está preparada para el transporte público, solo faltan personas con más conocimiento de tránsito, dejando de lado que se tomen decisiones desde una PC mirando la estadística”.

“El trato con los pasajeros es cálido y agradable. Ahora estoy en una línea fija (la 513ex) y eso hace que la gente que llevamos a diario ya te empiece a conocer, sabe a que hora paso. Incluso si veo que una persona no llega a la parada, la espero unos segundos porque veo que viene corriendo”, advirtió Díaz.

Y cerró con una reflexión: “Esas pequeñas cosas tornan mucho más llevadero el trabajo y alivia un poco el malestar del tránsito, sumado al comentario de alguno que siempre tiene algo que acotar sobre la empresa.

La inseguridad, un tema que causa desvelo

A su turno, tomó la palabra Gustavo Garrido, otro chofer de micros: “Puedo decir orgulloso que ya son diez años que estoy al volante de una unidad de transporte público y fue una elección pura y exclusivamente mía. Nací arriba de un colectivo por mi papá, que además de chofer, también era un usuario casi permanente del servicio”.

“La inseguridad es un aspecto que está cada vez peor. En general estamos a la buena de Dios, si bien tenemos días tranquilos, también momentos de los otros que no se los recomendaría a nadie. Es común que te insulten por cosas que no tienen nada que ver con uno y son responsabilidad de la empresa. A eso hay que sumarle la gente que comete errores en la calle y te quiere agredir aunque no sea tu culpa”, recalcó.

Al cierre, Garrido desterró un mito: “No tengo problemas con la convivencia con los taxis y remises. Lo que sí molesta es la falta de respeto, cuando estacionan para el ascenso o descenso de pasajeros suelen hacerlo en cualquier lado, sin importarles que uno también está trabajando igual que ellos”.

“Los trapitos, vendedores ambulantes y artistas son respetuosos”

El cuarto protagonista en opinar es Maximiliano Fernández: “Llevo seis años y medio trabajando en esta empresa. Teniendo en cuenta que manejo desde los 13 años y es mi pasión, no dudé ni un instante en buscar un empleo en una empresa de transporte público”.

“Bahía Blanca es un lugar bastante tranquilo en comparación con Buenos Aires y otras grandes ciudades. Por el hecho de que no manejamos dinero en efectivo arriba del colectivo, la sensación de peligro de un chofer disminuye, más allá de que podemos estar expuestos al robo de alguna pertenencia personal como el teléfono celular”, dijo Fernández.

En tal sentido, abordó otra temática usual a su labor: “Todos sabemos de la necesidad de mucha gente a la que la plata no le alcanza, pero en general la gente es muy respetuosa. Ocurre con los trapitos, vendedores ambulantes o algún artista que sube a cantar o rapear. A ellos que se están ganando el mango los llevo encantado y en líneas generales los pasajeros colaboran bastante”.

“No existe rivalidad con los taxistas. Ellos tienen sus paradas, nosotros las nuestras y si alguno está detenido en la que no corresponde se tiene cierta tolerancia porque estamos trabajando. Sin embargo, el principal problema son los autos particulares que estacionan en cualquier lado”, argumentó Fernández.

Y finalizó describiendo: “Nos obligan a frenar en doble fila porque ponen las balizas y se van, sin importarles nada. La rivalidad se percibe más entre taxis y remises debido a que estos últimos no tienen paradas fijas”.

“Es mi responsabilidad que al pasajero no le pase nada”

En el epílogo, Marcelo Stremel resaltó distintos puntos de su profesión: “Las virtudes que debe tener un buen chofer las puedo enumerar de la siguiente manera: usar todos los sentidos, estar descansado y bien despierto, conducir respetando las normas de tránsito, estar concentrado en todo momento viendo lo que ocurre alrededor del colectivo también, ser paciente, ceder el paso de ser necesario”.

“También es clave cuidar la unidad ya que al día siguiente la voy necesitar y así sucesivamente. Un aspecto fundamental es ser consciente que llevamos personas adultas, mujeres embarazadas y chicos, razón por la cual considero que es mi responsabilidad que en el colectivo no les pase nada. Por último, aunque parezca una obviedad, ser amable, atento y dispuesto a ayudar si alguien lo necesita”, apuntó Stremel.

Sobre lo ocurrido tiempo atrás, en momentos donde arreciaba el Covid, advirtió: “Con respecto a la pandemia fue algo que nunca hubiera imaginado, se recortaron los servicios para evitar que la gente los usara para viajar al centro a realizar mandados y así utilizaran los comercios más cercanos a su domicilio. Se pusieron servicios especiales para trasladar a personal de sanidad y policía”.

“Me tocó realizar alguno de los viajes que se hacían con las personas que llegaban del exterior a la terminal de ómnibus y los teníamos que llevar a su domicilio para que cumplan la cuarentena. En aquel momento pensaba que ese calvario nunca se iba a terminar”, consideró Stremel, en otro tramo de su charla con este diario digital.

Y no dudó en afirmar que “en lo personal estoy conforme con este empleo. Tenemos una jornada laboral de siete horas y media. Si bien siempre se puede estar mejor, el gremio es muy fuerte a nivel local y siempre busca mejoras para los trabajadores. Con respecto a la empresa, las condiciones de trabajo son buenas. A tal punto que en lo personal, cuando necesité algo, no tuve problemas, respondieron favorablemente”.

“Para el mantenimiento de las unidades la empresa realiza tanto tareas preventivas como reparación de roturas cotidianas, porque las unidades están 20 horas diarias funcionando y es normal que se deterioren. También en el último tiempo se renovaron unas 15 unidades cero kilómetro, lo que permite brindar un buen servicio”, finalizó.

El recorrido los llama nuevamente a cumplir con la rutina, a reencontrarse con aquellos habituales pasajeros y a trasladar a ocasionales usuarios. Haga frío o calor, con lluvia o viento, son esenciales para brindar un servicio indispensable. Y hoy conocimos como piensan.

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