DE AYER A HOY
"Tucho" Ursino, el hombre que se ganó el cariño unánime en su localidad
Sinónimo de White, brindó una charla única. Su infancia como boy scout. El llamado de Linares que le cambió la vida. Y su filosofía: “La cercanía con el vecino es la clave del éxito de un político”.
Por Leandro Grecco
[email protected] – Instagram: @leandro.grecco – Twitter: @leandrogrecco
Para aquellas personas que alcanzaron cierta notoriedad pública, caminar sin sobresaltos por las calles que suelen frecuentar es un patrimonio imposible de ser negociado si de valores y cualidades se trata. Este aspecto toma aún más preponderancia si en el contacto visual, quien ejerció un rol en la función pública, el sujeto en cuestión puede sostener la mirada sin ningún tipo de condicionamiento.
Los jóvenes difícilmente comprendan el nivel de aceptación que puede alcanzar alguien que eligió identificarse con un sector geográfico, participando activamente de cada una de las iniciativas que surgen espontáneamente. La simpleza de aquel que le quita tiempo y espacio a su cotidianeidad, dejando de lado cualquier ambición personal e interés con tinte espurio del cual la mayoría de los mortales suelen ser víctimas.
En Ingeniero White existe un hombre que rompe todas las barreras en momentos donde las discrepancias justificadas a partir de la tan nociva grieta impiden razonar. Roberto Ursino cuenta con el beneplácito de cuanto vecino lo frecuenta y, está claro, nadie le regaló nada. Hoy, en LA BRÚJULA 24, conocemos algo más del querido “Tucho”, un claro ejemplo de nobleza y compromiso.
“Llegué al mundo en la misma casa donde vivo actualmente, en Ingeniero White un 29 de septiembre de 1949. Mis padres eran hijos de inmigrantes italianos, mi abuelo paterno se llamaba Francisco Ursino, casado con Ninfa Todisco, y por la rama materna eran José Pieroni y Julia Serrani. Tengo una hermana cinco años mayor que yo, se llama Amanda y, como toda casa antigua, yo vivo en la parte delantera del inmueble y ella atrás”, rompió el hielo Ursino, al comienzo de su testimonio.
Inmediatamente después, contó que “mis primeros recuerdos me remontan directamente al Colegio Presidente Sarmiento donde hice la primaria, cuando no existía el jardín de infantes. Una vieja edificación de chapa y madera que estaba ubicada en la esquina de Sisco y Guillermo Torres. Allí guardo mucho cariño por el maestro Julio y otras docentes que fueron muy importantes en mi educación, es difícil no emocionarse con esa evocación”.
“Los estudios secundarios los inicié en el Colegio Mosconi y luego terminé en el Industrial en Bahía Blanca, porque me gustaba mucho la parte técnica, por eso me recibí de técnico en radio y televisión, especializado en armado y reparación de artefactos. Mis amigos de aquel entonces que en muchos casos aún conservo son Jorge Chiarastella, Julio Maccarini, Ana María Di Meglio, entre otros, con quienes vivimos una juventud muy linda acá en White, cuando la localidad era diferente a la de la actualidad”, añadió en otro tramo de la charla en la vecina localidad portuaria.
Y su mirada comenzó a brillar al traer al presente situaciones del pasado: “Es imposible no añorar aquellas fogatas de San Pedro y San Pablo en un baldío de Brown y Mascarello, donde se juntaba muchísima gente y a esa esquina, una vez por año venía una calesita, todo un acontecimiento, con algunos juegos para armar una especie de kermés. De niño, con tan solo nueve años, me incorporé al Grupo Scout Don Ernesto Pilling, por Humberto Francín un primo que vivía a pocos metros de mi casa y me incentivó a comenzar. Fue tal el entusiasmo que estuve décadas activo allí, dejando prácticamente la vida por la institución”.
“Si bien hubo altibajos, siempre fui muy constante, a punto tal que mediante una serie de nombramientos ocupé diferentes cargos. Empezando como aspirante, pasando a guía de patrulla, ayudante del maestro scout o jefe de la agrupación, incursioné en todos esos roles. Luego presidí la Comisión de Finanzas, por eso considero que fue muy bueno ese trayecto de mi vida”, indicó, mientras se acomodaba en su silla y bajaba el volumen del TV del living de su domicilio.
Finalizados sus estudios, dignificó su juventud con un empleo: “Mi primer trabajo fue en Canal 7, con 18 años, donde me ofrecieron un cargo en operaciones, hacía sonido, video, telecine y fui switcher-master, hasta llegué al puesto de coordinador de operaciones. Una etapa maravillosa que se extendió hasta 1977. Llegué a ese empleo a partir de un aviso, donde se anunciaba un curso de operadores de televisión, me anoté y junto a otros diez chicos nos citaron”.
“Solo nos contrataron a dos o tres y pude vivenciar experiencias únicas con periodistas y locutores de la talla de Eduardo Cenci, Dimas J. Pettineroli, Juan Carlos Beltrán y Norbert Degoas. Me voy del canal porque ya había abierto un local especializado en reparación de radio y TV y, en paralelo, también inauguré junto a dos amigos un comercio de venta de artículos del hogar, bazar y regalos, ambos en White”, reveló, en épocas donde claramente el tiempo no era algo que le sobrara.
Sin embargo, no todo fue color de rosas: “En este último emprendimiento quedé solo porque se desarmó la sociedad. Es por eso que me trasladé a un local más amplio que estaba enfrente. Cuando me surgió un problema económico por haberle salido de garantía a un amigo decidí cerrar y tuve otro empleo en la Cooperativa de Pavimentación, donde permanecí hasta 1994”.
“A la política ingreso en 1983, relativamente grande de edad porque veníamos de una época complicada por el gobierno militar y la subversión. Tenía el Comité de la UCR enfrente de uno de mis negocios, donde estaban Antonelli, “el Petiso” Fontán y el lugar donde se organizó la campaña de Raúl Alfonsín y Juan Carlos Cabirón. El 30 de octubre de ese año fue memorable por los festejos y la algarabía”, mencionó inflando el pecho de orgullo y satisfacción.
Llegó un momento donde la vida le propuso dos caminos: “Continué con mi tarea en lo privado hasta octubre del 94, cuando me sumé a la función pública. Nunca había tenido aspiraciones de hacer carrera en la política, recuerdo que me llamó el ingeniero Carlos Fabaro para avisarme que Jaime Linares quería hablar conmigo. Al Intendente lo conocía por mi actividad en los scouts, por mi empleo privado y por el partido, es así que fui a su despacho, charlé con él y me propuso que sea delegado en Ingeniero White”.
“No era fácil darle una respuesta porque tenía que modificar mi vida, además nunca había ocupado un cargo en la política. Él me insistió por mi conocimiento territorial, de la gente y las instituciones, razón por la cual le pedí una semana para meditarlo y contestarle. Mis antecesores habían sido Roberto Mauri que tuvo un problema de salud y dejó el cargo, lo que motivó a que Roberto Rodríguez, que estaba en Villa Rosas, asuma interinamente hasta que le respondí afirmativamente al Jefe Comunal”, reflexionó “Tucho”.
Pero Ursino necesitaba un proceso de adaptación: “La única condición que solicité era tener un mes de prórroga para dejar todo en orden en mi tarea particular. Fueron 11 años como delegado municipal en White, hasta 2003, aunque lo que más grabado que quedó fue el escape de cloro, el de amoníaco y las inundaciones por el desborde del Napostá, todo en el último período. Paralelamente se produjo la caída del gobierno de Fernando De la Rúa, lo que acentuó aún más la crisis que atravesamos, un contexto muy delicado”.
“La clave para haber logrado el cariño de la gente fue el contacto con el vecino whitense y eso aplica para cualquier político que debe tener una relación de cercanía con la gente, caminando la calle. Iba casi todos los días minutos antes de las 7 a la delegación, almorzaba alrededor de las 14 en casa y volvía sin saber a qué hora iba a regresar”, esgrimió, sobre la vorágine diaria en la función pública.
Consultado respecto al motivo por el cual se ganó el afecto de sus coterráneos, explicó: “Mi relación era con todos, no hacía distinciones políticas. El primer día que asumí enfaticé que White era el casco viejo, el Boulevard, el Saladero, las Colonias y los barrios 26 de Septiembre y Vialidad, sin distinciones. Había que solucionar problemas de cualquier tipo y era un desafío enorme que traté de hacer con total responsabilidad y orgullo que aún experimento hasta el día de hoy”.
“Después de esa etapa, llegó el tiempo de ocupar una banca en el Concejo Deliberante, aunque debo admitir que no se disfruta tanto como un cargo ejecutivo. Sin embargo, también tengo muchas satisfacciones de mi paso por el HCD, porque cuando nos tocó perder la intendencia en 2003 empecé a buscar trabajo, tenía en mente armar una empresa de mantenimiento. Pero recibí un llamado para ser el prosecretario en el Concejo, donde permanecí dos años, momentos delicados porque coincidieron con la destitución del doctor Rodolfo Lopes”, señaló, repasando la etapa previa a la que tuvo el privilegio de ocupar una banca.
Paralelamente, llegaron nuevos retos: “Ya en 2005, ganamos las elecciones, me tocó ir sexto en la lista para concejales y terminé entrando por muy poco, casi en el voto a voto. El proyecto que más me marcó fue uno que facilitó la cuestión financiera a los Bomberos Voluntarios del partido de Bahía Blanca, tanto los cuarteles de White, como el de Cerri y Cabildo. La iniciativa aprobada por unanimidad proponía que una porción de la tasa ambiental, alrededor del 15%, se destinara a estas tres instituciones y, así, aliviar sus gastos en equipamiento, siendo cada uno de los cuerpos el que defina qué porcentaje le tocaba a cada uno”.
“Ser oposición suele ser más difícil porque cuesta convencer a la mayoría en recinto y, así, conseguir que se plasmen muchas ideas, pero esta es una ordenanza que aún hoy sigue vigente. Tras cumplir el mandato, en 2009 se realizan las internas en la UCR local y la lista que encabecé terminó imponiéndose a la del doctor José Luis Malet. Con ese resultado, es que me designan como primer candidato a concejal para renovar mi banca en el segundo período”, ponderó el whitense residente más famoso.
Allí, inició su último periplo el cual vino acompañado de un perfil más bajo: “Con Patricia Piersigilli ingresamos ambos, hasta 2013. Es por eso que, sumando los años entre mi empleo privado y la función pública, reunía los necesarios para jubilarme. Después, me impulsaron a ser candidato a intendente en la interna contra Héctor Gay y, si bien no nos fue como pretendíamos porque mucha gente del partido no comprendió lo que era seguir defendiendo a la Unión Cívica Radical, considero que hicimos lo correcto. Creo que no debió haberse entregado el partido en la forma en la que se lo hizo”.
“En política uno no está permanentemente en contra cuando es oposición o a favor cuando integra el oficialismo, hay veces que las cosas se deben decir tal cual son y acompañar lo que está bien. Hoy solo participo cuando hay algún reconocimiento, como el homenaje que días atrás se hizo a Juan Carlos Cabirón. Veo que el partido, desde que se armó la alianza Cambiemos, dejó de lado sus ideales, poniendo por encima las ambiciones personales, por sobre la voz de la UCR”, apuntó Ursino.
Y sostuvo, sin vacilar, un pensamiento sobre el presente: “Hoy el espacio tiene cuatro concejales, pero no tienen voz propia porque queda atado al Ejecutivo. La política cambió y no es bueno que se hayan debilitado los partidos políticos tradicionales, reemplazado por personalismos. Hoy se postulan candidatos solo por imagen, sin que cada uno de ellos conozca la real problemática de los ciudadanos de a pie”.
“En mi caso particular, estoy abocado a La Siempre Verde, una institución que se fundó en 1907 y es una de las más antiguas de la localidad. El fondo de mi casa comparte la medianera con el de este emblemático espacio. Allá por los años 60 quedó sin Comisión Directiva, literalmente abandonada. Tiempo después, un grupo de hombres y mujeres vinculados con los scouts decidimos recuperar ese salón que en sus primeros años era utilizado para teatro, cine y actividades sociales y culturales”, refirió “Tucho” en el segmento final de la entrevista.
El camino emprendido en aquel entonces estaba lleno de espinas, pero se pudo hacer realidad: “Para recuperarla, había que volver a tener personería jurídica, un trámite que nos llevó varios años, pero con el escribano Berretini y el contador Aníbal Perpetua logramos reacomodar todo. Hubo un interinato en la presidencia del doctor Lemus hasta que se normalizó la documentación y la reinauguración formal fue en 1984, tres años después de que se comenzara a trabajar para su reactivación”.
“La idea fue tener un espacio para hacer actividades sociales, culturales y recaudatorias que permitan reunir fondos para darle a los scouts un lugar propio, que luego se convirtió en el campo-escuela. Con el tiempo se acondicionó lo que fue el salón de usos múltiples y comenzamos a brindar talleres culturales, todos gratuitos y con cupos cubiertos al 100%”, exclamó exultante quien aún mantiene su bigote, el mismo que lo acompaña desde hace décadas.
Otro de los puntos fuertes de La Verde tiene que ver con la cocina: “La propuesta gastronómica en Semana Santa, desde hace diez años tomó una dimensión muy grande, sin precedentes, incluso en 2021, pese a la pandemia, donde gran cantidad de gente se acercó a comprar las comidas típicas que tanta repercusión e impulso han tomado de un tiempo a esta parte y cuya ganancia nos permite tener un margen para encarar el costo anual de los talleres”.
“Quizás mi cuenta pendiente fue no haber formado mi propia familia, considero que las actividades me fueron absorbiendo tanto el tiempo como la energía, por lo que perdí una oportunidad que me hubiese gustado vivenciar, hoy ya es imposible concretarlo por una cuestión lógica vinculada a mi edad”, cerró.
Su tono pausado, cordial, siempre conciliador, lo convierte en un hombre con un bagaje digno de transmitir. Por ello, muchos jóvenes suelen buscarlo para escuchar sus historias de vida. Y quienes no lo conocen, tal vez a partir de este artículo, entiendan que la gente de bien no necesariamente “la rompe” en redes o se destaca como influencer de moda. Recuperar los valores genuinos siempre vale la pena.
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