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DE AYER A HOY

Diana Bournod, y la actualidad de una mujer conocida por Toda la Gente

Fue co-conductora de uno de los programas más vistos de la historia de la TV local. Llegó a los medios sin experiencia previa. “Al principio me costó horrores, pero lo terminé disfrutando muchísimo”, advirtió.

Por Leandro Grecco
[email protected] – Instagram: @leandro.grecco – Twitter: @leandrogrecco

Los hechos son irrefutables, más allá de las interpretaciones a las que puedan someterse y la óptica con la que se los analice. Eso que llamamos una verdad objetiva, que no se construye según la voluntad o los deseos de las personas, sin condicionamientos de los factores externos a partir de los conocimientos humanos.

La lógica suele acompañar a esas situaciones que ocurren y son nítidamente ponderadas por la sociedad. En contrapartida, que existen evidencias que no encuentran explicación en la razón, ya sea por la divina fortuna (también emparentadas con aquello conocido como golpes de suerte) o aspectos cuya explicación no pudo ser establecida con certeza. El camino que transitó Diana Bournod hacia la popularidad presenta aristas llamativas. Si bien su empleo formal siempre estuvo vinculado con el ámbito administrativo, se ganó un lugar en el corazón de los bahienses parándose frente a una cámara de TV para co-conducir uno de los máximos éxitos de la historia de los medios locales. Y lo hizo sin una formación ni experiencia previa. Un caso casi único e irrepetible que fue el eje de la entrevista en La Brújula 24.

“Soy nacida y criada en Bahía Blanca. Solo por el lapso de algunos años estuve alejada de la ciudad, cuando me radiqué en el sur del país por el trabajo de mi marido, que tenía un cargo en YPF. Lo acompañé a Río Gallegos y Comodoro Rivadavia. No obstante fue algo momentáneo porque al tiempo regresamos acá”, resaltó Bournod, rompiendo el hielo en una de las mesas de su casa ubicada a escasos metros del Paseo de la Mujer.

En paralelo, sostuvo que “tengo una mezcla importante por parte de mis abuelos y bisabuelos inmigrantes, influencias yugoslavas, italianas y, como se deduce de mi apellido también francesas. Mi hermano es tres años más grande que yo y si bien mis primeros años de la niñez los transcurrí en Ingeniero White, en épocas en las que mi padre tenía su empleo en el ferrocarril, pero cuando cumplí tres nos mudamos al barrio San Martín, a la casa donde actualmente vive mi mamá”.

“La escuela primaria que, inicialmente era la 76 y luego cuando pasó a la esfera provincial se convirtió en la 65, estaba enfrente de mi casa. Tal es así que mi mamá me miraba por la ventana, no era necesario ni siquiera que me acompañe hasta la puerta, cosas que hoy son difíciles que se den en un barrio. A los pocos metros estaba el Club San Martín, donde mi papá solía jugar a las bochas”, indicó, quien aún conserva la calidez que le permitió traspasar la pantalla cada sábado al mediodía en su rol de presentadora de televisión.

Uno de los aspectos más valorado fue el hacer perdurar vínculos afectivos: “Conservo amistades de la primaria, con grupos de Whatsapp que nos mantienen vinculados, incluso pese a la pandemia, a punto tal que hasta antes de la aparición del Covid nos juntábamos a comer asados. Entre ellos y solo por nombrar a algunos están Marisa Lezcano, Analía Suanez, Miriam Colantonio, Silvia Montoya y Pedro Manzanal. Gracias a que la escuela cumplió 100 años, empezamos a reunirnos porque nuestra idea era festejarlo”.

“Los estudios secundarios los hice en el ex Colegio Nacional de calle Sarmiento, era una buena alumna, medio “traga” como se decía en aquellos tiempos. Creo que en gran parte porque mi papá era profesor de la ENET y sin quererlo, ejercía cierta presión para que obtuviera buenas calificaciones, más allá de que a mi me gustaba estudiar”, resaltó, orgullosa y con un tono algo tímido.

La adolescencia la llevó a optar por un camino en el que luego debió recalcular: “Egresé y empecé a estudiar en la Universidad la carrera de Ingeniería Mecánica, a la cual me anoté porque mi novio estudiaba eso, pero me casé joven y dejé. A los 17 años entré a trabajar en una compañía financiera y comencé a cultivarme en cuestiones ligadas a mis empleos, siempre relacionados a lo comercial, la administración y las finanzas”.

“Eso me permitió convertirme en empleada bancaria durante muchos años: primero en el desaparecido Banco Comercial Finanzas que funcionaba en calle Moreno donde hoy tiene sus oficinas EDES, en el Bansud que hoy es el Macro, la Banca del Lavoro que actualmente es el HSCB y el Río el cual con el tiempo cambió su nombre a Santander”, detalló Diana, sobre su trayectoria en las diferentes entidades financieras donde sumó invalorable experiencia, lejos de los medios de comunicación, que con los años fueron su hábitat.

“Mi irrupción en la televisión fue totalmente inesperada, más allá de que era un rubro que me gustaba, pero que nunca había desarrollado. Eduardo Ayestarán, creador y director de Toda la Gente, además de publicista notorio, tenía una amistad de la infancia con mi padre. Para mi era como un tío, empezamos a charlar sobre el programa, en tiempos donde hubo un despido masivo en el banco en el cual trabajaba, y comencé a buscar otras actividades”, admitió Bournod.

Y prosiguió con la crónica de los hechos: “Edgardo me ofreció sumarme a su proyecto, más allá de mis dudas porque era un mundo totalmente desconocido para mí. La publicidad y los medios no estaban en mi horizonte, pero me insistió para que lo ayude con la producción. Le pedí unos días para pensarlo, corría el año 1999 y justo era en un momento donde se estaba por llevar adelante una Expo-Novia, la primera que se hizo en Bahía Blanca, la cual con el tiempo fue un éxito y se llegó a hacer en el Salón Libertador de la Corporación del Comercio y en el Centro de Consignatarios”.

“Decidí sumarme a su agencia, colaborando en la producción integral, visitar clientes, armar stands, dándoles una mano en lo que pudiera. Su idea era que yo hiciera cámara y lo mismo me decía su esposa Ana María, que insistían con eso”, expresó, sobre la génesis de algo que se estaba germinando y tendría un exponencial nivel de aceptación.

Un cambio le abrió la puerta, aunque ella no estaba del todo convencida: “En ese momento ya estaba al aire Toda la Gente, que se emitía en lo que era Canal 9 (hoy Telefé Bahía Blanca), con la conducción de Lorenzo Natali y Andrea Romero. Casi engañada Edgardo y su esposa me fueron llevando, me decían que agarre el micrófono y anuncie algo, hasta que un día me mandaron junto a una de las locutoras a cubrir un evento y casualmente me encontré sola en el lugar”.

“Tenía que entrevistar al Director de la Corporación de Comercio y la Industria y no sabía qué preguntarle. Junté coraje y me animé, empezando a descubrirme como una persona que podía desenvolverse en ese ámbito, pese a que nunca me imaginé que iba a alcanzar semejante popularidad. Al principio me costó horrores, pero luego terminé disfrutando muchísimo. Empezamos en el cable haciendo un programa que se llamaba Fiestas y Lugares, que era una tira satélite, hasta que Toda la Gente pasa a Canal 7 en el 2000, donde deciden que Marta Rodríguez y yo íbamos a ser las conductoras”, aseguró, ya sin los nervios de aquellos momentos.

Se conjugaron varios factores para que el éxito fuera inapelable, más allá de algunas dudas que surgieron en la previa: “Una de las cosas más llamativas fue que Ayestarán no estaba del todo convencido con el horario de los mediodías del sábado y considero que esa fue una de las claves del éxito, porque si bien él pretendía que se emita a la noche, no había disponibilidad en pantalla. Al principio fue una prueba, pero fue tal el éxito y la cantidad de personas que nos veían que nunca más pidió cambiarlo”.

“Si bien existía el cable, no había mucha programación local, tampoco Internet y menos aún las plataformas, por eso creo que coincidimos con el auge de la televisión abierta. La gente llegaba a su casa y para almorzar ponían de fondo Toda la Gente porque siempre encontraban algún conocido, más aún si sabían que iban a pasar un cumpleaños de 15 o un casamiento, reuniendo a toda la familia y amistades que quedaban cautivas. Lo mismo en la salida del teatro y le hacíamos una pregunta cortita a los espectadores, ellos sabían que la semana siguiente iban a salir por televisión”, agregó.

Sin descanso, la propuesta se fue renovando hasta que llegó a su fin, por razones más que atendibles: “El programa terminó a mediados de 2016, cuando Edgardo no estaba bien de salud y Marta ya no estaba porque su empleo en la radio le impedía tener tiempo para grabar, más allá de apariciones esporádicas que hacía porque tenía compromisos asumidos con su otro empleo”.

“En mi caso tenía sensaciones encontradas porque, si bien me divertía tremendamente haciéndolo y para mi era un hobbie porque contaba con mi trabajo formal en empresas, iba viendo el cambio que se estaba produciendo en la sociedad. Ya no era lo mismo, a la gente no le gustaba tanto la exposición de las fiestas, la aparición de las redes sociales reemplazó aquello que era un trabajo artesanal donde ver imágenes de un evento requería de editar videos en VHS”, consideró Bournod.

Consultada respecto al formato y el presente, no vaciló en sostener que “la evolución llegó y eso cambió los gustos de las personas. Creo que un programa como Toda la Gente hoy no funcionaría como se lo concibió hace casi 25 años. Debería tener una vuelta de rosca para adaptarse a los tiempos que corren, una impronta que le permita seducir a quienes brindan el material porque antes las quinceañeras se morían por salir en pantalla y ahora ya no ocurre. Menos aún con los casamientos, donde ya en la última etapa al aire nos costaba conseguir los videos”.

“Tanto fue el nivel de popularidad que en la calle me reconocían, al principio me daba mucha vergüenza, pero después empecé a tomarlo con gracia. Al día de hoy todavía recuerdan mi rostro, me preguntan cuándo vuelve el programa”, apuntó, mientras bebía un sorbo de agua y miraba por una de las ventanas del frente de su vivienda.

Por último, dejó caer el ancla en el tiempo presente: “Con mi esposo tenemos dos hijas mellizas de 30 años, estoy jubilada, retirada de la TV y dedicándome un poco a lo que uno quiere hacer y no tiene tiempo. Me gusta la música, participo en un coro, voy a aprender danza y si alguien me pide animar algún desfile a beneficio digo presente para dar una mano”.

Ocupar el tiempo en actividades que uno elige y no siente la obligación de realizar es el objetivo de la población madura que se propone disfrutar de la cotidianeidad desde un lugar diferente. Mantener el espíritu joven y gozar de buena salud son indispensables para plantearse objetivos a corto y mediano plazo. En eso anda Diana Bournod, quien no descarta, por qué no, encarar otro desafío como en su momento fue el boom de Toda La Gente.

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