Informes Especiales
Perla Lavin: de Indio Rico a Barreal, con las estrellas al alcance de la mano
Nacida en una pequeña población perteneciente al distrito de Coronel Pringles, con solo mil habitantes, esta veterinaria de 65 años vive en medio de un paisaje singular, a pocos metros de un observatorio que es furor en el mundo.
Por Cecilia Corradetti, para La Brújula 24 ([email protected])
Un cielo inmenso, limpio, plagado de estrellas. Un pueblo con pocas luces, escaso viento y sin nubes casi 300 noches al año. Condiciones inmejorables para “tocar” las estrellas.
Sonia Perla Lavin, “Perla” para todos los que la conocen, nació en Indio Rico, distrito de Coronel Pringles. En 2001, cuando se instaló en Barreal, provincia de San Juan, a 1.500 metros sobre el nivel del mar, no imaginó que aquel “vallecito precioso”, como ella lo definía, iba a convertirse en un punto turístico de atracción internacional.
Allí se encuentra el Complejo Astronómico El Leoncito (CASLEO), que data de principios de los años 80 y dio origen al Parque Nacional El Leoncito.
Turistas de todo el mundo reservan tours nocturnos mensuales mientras que, durante el día, pueden disfrutar de la belleza de la Cordillera de los Andes y pasear por el parque nacional a caballo.
Junto a su marido alemán Bernhard Imgraben, a quien había conocido en Buenos Aires en 1998, ya había visitado San Juan, aunque solo de vacaciones. Y un día decidieron afincarse en Barreal.
“Pensé que era el lugar ideal para recuperar la lectura, descansar. Es que por entonces no había nada, solo unas pocas cabañas y nada de movida turística. Solamente se acercaba los fines de semana la elite sanjuanina para pasar sus vacaciones ya que se trata de un lugar fresco y agradable”, recuerda Perla, en diálogo con La Brújula 24.
“Berni” instaló un restaurante para despuntar el vicio con sus increíbles recetas alemanas. Más tarde adquirieron una porción de tierra e instalaron una posada: “El Alemán”.
“Un día apareció un americano que madrugaba y salía para regresar casi al anochecer. Llegaba y se ponía a escribir. Escribía y escribía. Le pregunté qué hacía y me contó que era periodista. Poco después llegó su fotógrafo”, evoca y recuerda a aquel visitante como el puntapié inicial de una avalancha de de todo el mundo que se acerca para disfrutar del silencio, clima inigualable y, especialmente, divisar las estrellas.
“Nunca cumplí aquella premisa de la lectura porque Barreal no dejó de crecer y expandirse. Es así que, mientras Berni se ocupa del restaurante, yo me dedico a recibir a la gente, a las tareas administrativas, mantenimiento de las cabañas y mucho más. Es cansador, no voy a negarlo, pero estamos habituados y nos gusta mucho esta vida”, relata.
Estudió Veterinaria en La Plata y luego regresó a sus pagos, donde aún conserva la casa materna, que está en venta porque su madre y su única hermana viven en Buenos Aires.
Más tarde, ya en Buenos Aires, Perla conoció a un apuesto alemán que había emigrado de su tierra de adulto, casado y con un hijo. Ya divorciado, en un pub la conoció y nunca más se separaron. Ambos –ella de 65 y él de 81-- son padres de Victoria, de 19 años, que estudia en Mendoza.
“Berni sufrió la guerra en carne propia y, por ende, la pobreza, la desolación, el desarraigo. Su vida no ha sido fácil y creo que acá en Barreal alcanzó la paz que tanto necesitaba. Es una persona inteligente, respetuosa, creativa. Un adelantado de quien aprendo todos los días”, reflexiona.
Entre Indio Rico --localidad situada a 196 kilómetros de Bahía Blanca y con solo 1050 habitantes—y Barreal, Perla encuentra algunas similitudes.
“De niña, así sea para comprar un botón, teníamos que irnos a Coronel Pringles o Tres Arroyos. Acá sucede igual, porque para lo mínimo debemos viajar a Mendoza o San Juan”, compara.
Evoca a Indio Rico como un campo plano, frío y húmedo que nada se parece a la cordillera, el punto más alto de Sudamérica, donde la trajo el destino.
Perla dice ser una agradecida: “Cuando buscábamos un destino Berni se había entusiasmado con la Patagonia argentina, que seguía en pleno proceso de población. Pero lo desalenté. Pensaba en el frío, en el viento y quería otra cosa…”, recuerda.
Hoy, la vida es mucho más apacible de lo que alguna vez soñó, rodeada de verde y, eso sí: con las estrellas al alcance de la mano.
El astroturismo, una tendencia en crecimiento
En 2019, el sitio Booking.com eligió cinco destinos del mundo ideales para avistar el cielo en base a la variedad de comentarios de viajeros. El primero fue Barreal, en el departamento de Calingasta, por sus hermosos paisajes y por la oportunidad que ofrece de explorar la naturaleza autóctona. La zona está regulada por normas estrictas que limitan su desarrollo urbanístico para asegurar que estas condiciones ideales se mantengan.
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