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Vuelve una vez más

Algunos apuntes sobre The Batman: el estreno en HBO Max más esperado del año

Hace tan sólo 48 horas que se estrenó en la plataforma de Game of Thrones, y es la película con más visualizaciones a nivel mundial de lo que va de la semana.

Por Fernando Quiroga
Especial para La Brújula 24
Miami, Florida, Estados Unidos.

Sin dudas, le guste a quien le guste, o le pese a quien le pese, Batman es un ícono de la cultura popular contemporánea. Tal vez por la identificación con su condición de justiciero excentrico, o quizás por su misterio envolvente (halo metafísico de su filosofía enmascarada) sigue garpando en el público que se renueva.

Por eso no nos extrañamos que cada dos o tres años, un estudio de hollywood y consagrado, quiera hacer su propia versión del intimidante cruzado de la capa oscura. A mi personalmente, no me gustó (por citar un ejemplo) el reciente Batman de Ben Affleck; por eso aplaudí la iniciativa del director Matt Reeves de convocar a Robert Pattison para encarnar al personaje creado por Bob Kane.

Particularmente (confieso), me molesta que Pattison corra con la suerte de tener que cargar con el estigma de los lindos; digamos, ese paupérrimo axioma barato que sostiene ingenuamente que, el hecho de ser un galán, le impida ser tomado en serio para los papeles dramáticos.

Batman, más allá de haber sido concebido como como un comic oscuro (pero comic al fin), posee un inseparable dramatismo, una carga emocional que define en forma constante al personaje y sus fantasmas.

Pareciera que solo Tim Burton (el director de la mítica Batman de 1989 y su secuela Batman Returns, en 1992) estuviese autorizado para explorar la melancolía expresionista del encapuchado, y eso señores, es claramente injusto.

Matt Reeves, dirigió un Batman actual, sin las estructuras del pasado pop de los 60, ni el dark gótico de fines de los 80; evitó las antiguas corrientes extremas y nos narró en este filme el génesis de un buscador de justicia que “inicia” su camino, como el de Bale en la década pasada (recordada trilogía de Nolan) presentando una estética entre ciberpunk y sólidos y definidos ambientes de culto.

En esa mixtura sagaz, Pattison se desenvuelve muy bien; el gesto justo, la emoción medida (a veces reprimida) en la piel de un adulto que no ha superado el brutal asesinato de los suyos, y que vive en virtud de un saneamiento tortuoso.

Pedirle más, es ser injusto. Bucólico, algo romántico, por momentos torpe y oscuramente apasionado (desde la clara cristalización de la soledad) este Bruce Wayne necesta urgente una terapia a la que nunca arribará, por más que el omnipresente Alfred (interpretado por Andy Serkis) ose sugerírselo alguna vez.

Una consideración especial para el papel de Gatúbela. Catwoman, a través del tiempo a tenido grandes actrices que han entrado en su piel (Michelle Pfeiffer, Anne Hathaway, Halle Berry) pero es Zoe Kravitz, la que le imprime una oscuridad pragmática al personaje de Selina Kyle. Con su constante gesto adusto, fogoneado por ráfagas de bienestar, sensual de una forma inigualable y ajena a una normalidad redimible, nos trae una versión del personaje original de Julie Newmar que jamás hubiésemos esperado ver.

En la época de la caída de los compartimentos clásicos y estancos acerca del bien y del mal, los personajes semisombríos identifican más al público: Kravitz lo sabe, y de la mano de Matt Reeves logra el objetivo de mostrar una Catwoman memorable.

En el caso del Pingüino (personaje bizarro si los hay) Burguess Meredith y Dany De Vito fueron enormes exponentes. En este caso, Colin Farrel (felizmente irreconocible, por cierto) contruye un Oswald Cobleppot desde un naturalismo salvaje; un tullido y despreciable malandra, con ciertas deformidades sugeridas; ninguna está a simple vista, y eso enriquece el perfil del ejecutante, ya que sin obviedades, la imaginación se hace preguntas retóricas que engrandecen las subtramas. Aparece muy poco, pero define demasiado. Tal vez en la segunda parte (porque habrá secuela) sea el tiempo del gangster de los paraguas.

Afortunadamente el olvidable acertijo de traje verde de Jim Carrey en Batman Forever, ni se acerca a su versión grunge en the Batman. Paul Dano construye un personaje audaz y simple, Nerd y paradigmático, inteligente y atroz, tal vez digno de la saga de Christopher Nolan.

La musica de Michael Giacchino es exquisitamete minimalista; y si la referencia es real, está compuesta a partir de los tonos de Something on the way de Nirvana, single que inspiró a Reeves a delinear el animus de la cinta.

Trailer de “The batman”, tan crudo como la película en sí.

El largometraje de casi tres horas (aunque no lo crean) es fácilmente digerible, aunque por momentos recrudece notablemente. Mi crítica no puede no comparar y definir lineas de adición o sustracción de sensaciones, en virtud de todo lo visto anteriormente sobre el personaje. Pero lo más importante (tal vez lo definitorio) es que este Batman no defrauda; tal vez marea hasta encontrar la ubicación ficcional del espacio-tiempo, ese anclaje fantasioso del contexto que nos presenta el 100% redefinido de un encapotado que aprendimos a estimar tomando la leche en la niñez, y que parece haber crecido (no en edad, si en nuevas formas) codo a codo con los nuevos paradigmas, los mismos a que a veces nos hacen desear que, la justicia, se logre más rápido y por mano propia… a cargo de enmascarados en callejones lluviosos que, sin piedad, le dan su merecido a los responsables de nuestras desdichas… pero claro, sólo son sueños; fantasía de nuestras busquedas no saldadas…

Por ahora.

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