WhatsApp de Publicidad
Seguinos

habló un especialista

“La ludopatía es la adicción con mayor tasa de suicidios y la más difícil de dejar”

El psicólogo Damián Rodríguez Ponte reflejó las consecuencias de la medida que habilita el uso de tarjetas de débito en salas de juego. En Bahía, funciona un Centro de Asistencia al Jugador Compulsivo.

Una polémica resolución publicó la Provincia en el Boletín Oficial, habilitando el uso de tarjetas de débito en las salas de juego del territorio bonaerense, contribuyendo a alentar conductas que suelen ser nocivas para la mente humana y el normal desenvolvimiento de las personas en la sociedad.

En diálogo con LA BRÚJULA 24, Damián Rodríguez Ponte, psicólogo especializado en la temática ludopatía, explicó que “Si pensamos en un dique como el muro que regula el paso del agua para evitar un desborde. A mayor cantidad de agua, más se necesita para contener. Cuando hablamos de ludopatía, pensamos en sujetos que buscan satisfacción y gratificación inmediata, donde el control de los impulsos se complica y toda medida que facilite el gasto es estar removiendo obstáculos para que el caudal desborde”.

Consultado sobre la habilitación del medio de pago mediante el uso del plástico, entendió que “es una medida que saca diques. A la vez, no quiero ser catastrófico, toca las ramas de la problemática y no la raíz. Trabajo en el Centro de Asistencia al Jugador Compulsivo y ahí tenemos una medida que es la autoexclusión, un documento que la gente firma para que por dos años no los dejen entrar a un bingo o casino. Estamos hablando de una persona que no se puede contener y pide que algo externo se encargue de hacerlo. Eso funciona para algunos sujetos, no para todos, porque muchos nunca más juegan y otros burlan esa misma ley que impuso”.

“Por eso se requiere un trabajo profundo desde el área psicológica, por eso invitamos a las personas a que hagan un proceso terapéutico. Cada caso es un mundo, es difícil generalizar, pero hay un rasgo común: entre el sujeto y el juego se arma un vínculo que se cierra a sí mismo, deja afuera otros elementos, pareciera que no hay un más allá. En las primeras sesiones es un trabajo  muy arduo para darle otro espacio al discurso a otra cosa, la persona te habla de cuánto y dónde juega. Solo habla siempre de las mismas cuestiones de su vida”, describió en otro segmento de la entrevista radial.

Y fue aún más allá: “El juego tapa pérdidas no solo económicas, pueden ser afectivas o laborales y muchas veces hay un duelo detrás del conflicto. Por eso el juego termina actuando repetidamente esa pérdida. En el último tiempo encontramos que son cada vez más los que juegan en su casa o desde el celular, allí no hay un dique porque antes la limitación era el tiempo y la distancia. Freud en su época lo describe muy bien. Hablaba de Dostoievksi, que no descansaba hasta que perdía todo. Las personas tienen el pensamiento mágico de que van a ganar, más allá de que íntimamente van a perder”.

“Causas hay tantas como sujetos y es interesante por qué alguien se deriva por el alcohol o el juego, eso tiene que ver con la marca de cada uno. Muchas veces uno encuentra que había un padre o un abuelo jugador, pero no se debe generalizar, porque las formas de transitar un dolor o una angustia de cada uno son diferentes. No tomamos como medida cuánta cantidad de plata o tiempo se gasta. Se trata del vínculo singular que arma con el juego y deja por fuera todo lo demás. Nosotros nos encontramos con gente de toda clase socio-económica”, manifestó, explicando que es una problemática que atraviesa a todos.

En paralelo, ejemplificó con casos testigo: “Algunos tenían tanto desde lo material y quedan en la nada por el juego, esta adicción es la que mayor tasa de suicidios tiene. Muchos habían atravesado otras adicciones previamente y esta es la más difícil de dejar”, al tiempo que agregó: “No hay ningún indicador en un chico que haga presagiar un destino, pero si es un niño que solo se interesa por el juego virtual a través de las consolas o computadoras es un indicador de que algo se estará jugando en él para no entablar lazos con otros elementos del mundo”.

El Centro de Asistencia de Jugador Compulsivo funciona desde mayo de 2011 en Bahía Blanca, de lunes a viernes de 9 a 17 horas en Lavalle 229 y su teléfono es 291-5767117

“Nadie juega porque sí, por eso en ese caso es fundamental trabajar con las familias. No toda conducta termina en un destino inexorable. Muchos pacientes me dicen que se dan cuenta de su problema cuando el humor dependía de si ganaban o no o si iban a su casa y ya pensaban en cuándo volvían a jugar, cuando les escondían a su familia que habían ido a jugar o hasta endeudarse. Es ahí donde se reforzó la idea de volver a apostar para recuperarse de esas deudas, formando una bola de nieve. Cada sujeto elige un juego, la lotería no es adictiva, es un evento social donde el número tarda y la demora no favorece la compulsión”, recalcó Rodríguez Ponte.

En el tramo final, diferenció que “la maquinita es el sumun de la gratificación inmediata porque al segundo gané o perdí y no dejo de jugar. En la ruleta, los grandes apostadores ponen en juego su adrenalina y la maquinita está más de lado de la anestesia, uno ve a las personas un tanto adormecidas. Ese es un dato, para entender qué va a buscar cada persona según el juego que elija. Al turf lo equiparo con la ruleta, con la apuesta grande y esa adrenalina que son similares. Entre el cigarrillo y el juego no hay relojes, el cielo pareciera que siempre es el mismo. Favorece la no noción del tiempo y se quita esa idea del dique para evitar que alguien se vaya porque se le hizo tarde”.

“El jugador que pierde todo, en general, siente culpa y un reproche enorme a sí mismo que lamentablemente retroalimenta el círculo. Es parte del circuito del jugador, es un arrepentimiento pero no alcanza para que sea un punto de cambio. Los momentos de crisis son la oportunidad para comenzar un tratamiento, el sujeto dice ‘no doy más’, puede ser un punto de inicio. Mucha gente sale de la casa de juegos a las 2 de la mañana y se vuelve caminando a su casa porque no les quedó dinero para el taxi”, finalizó.

Lo más leído