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DE AYER A HOY

El político que luchó contra el antisemitismo y hoy es guionista teatral

La nueva vida de Woscoff. El análisis de lo que dejaron las PASO. El día que le dijo que no a una candidatura a diputado. Y una declaración de principios: “Soy radical, pero Integración Ciudadana fue mi gran satisfacción”.

Por Leandro Grecco / [email protected]
Instagram: @leandro.grecco – Twitter: @leandrogrecco

Cultor del perfil bajo, el protagonista del artículo de esta semana en LA BRÚJULA 24 aún tiene mucho hilo en el carretel. Le sobran ganas para seguir generando proyectos. Un tanto alejado de la política partidaria -aunque siga siendo un hombre de permanente consulta- dedica su tiempo a la literatura, una pasión que fue descubriendo con el paso del tiempo.

Raúl Woscoff acaba de recibir la segunda dosis de la vacuna contra el coronavirus y se hizo unos minutos para una mirada retrospectiva sobre su vida, la misma que hoy lo lleva casi sin querer a transitar por actividades que jamás hubiese imaginado. La familia, el club Liniers, pero por sobre todo, la lucha contra el antisemitismo y haber sido uno de los fundadores de Integración Ciudadana, fueron los ejes de la charla. Pasen y vean.

Recibiendo un reconocimiento por tratarse del mejor promedio de quinto año en el Colegio Nacional.

“Mis padres eran farmacéuticos, él llegó a la ciudad procedente de Santa Fe y ella desde Médanos. Nací en Bahía Blanca y concurrí a la Escuela Sargento Juan Bautista Cabral Nº 7, de la calle 19 de Mayo. El hecho de haberme criado sobre calle avenida Alem trajo una fuerte vinculación a Liniers, donde viví momentos imborrables, en una etapa en la que uno empieza a valorar las acciones en conjunto, a través del deporte. En aquel entonces primaban las ganas de patear la pelota y jugar al fútbol. Pasaba gran parte de las horas del día durante mi época de la educación primaria en el club”, evocó Raúl, desde su casa ubicada en uno de los márgenes del barrio Universitario.

Continuando con sus primeros años de vida, resaltó que “los estudios secundarios los cursé en el ex Nacional de calle Sarmiento. De aquella etapa me han quedado grandes amigos de la promoción 1969 como Oscar Galletti, Guillermo García Pereyra, Eduardo Murillas, compañeros entrañables de aquel entonces. Al año siguiente me mudé a La Plata para comenzar a estudiar Derecho”.

“Estoy casado con Eli, pampeana con la que somos padres de dos hijas y abuelos de tres nietos y a la cual conocí en el barrio Universitario, poco tiempo antes de recibirme de abogado. Allí se produjo el flechazo. Independientemente de esa relación, por aquel entonces incipiente y que hoy lleva varias décadas, tenía pensado regresar a Bahía Blanca. Hice la carrera en cuatro años y me recibí a los 21. Tenía clara mi vocación, incluso desde antes de la adolescencia, con una convicción muy firme”, aseveró.

Jugadores del plantel de sexta y séptima división de Liniers, el cual integró Raúl.

Sobre sus primeros pasos en la profesión, rememoró que “mi primera incursión en el ámbito laboral fue en el estudio jurídico de Antonio Tridenti, para luego instalar uno propio que me permitió salir a la búsqueda del trabajo en la región. Comencé a atender en Pigüé, Puan y Tres Arroyos, algo que en aquella época era frecuente. Siempre me dediqué a la rama civil y comercial y luego incorporé algo de administrativo. Me jubilé de abogado pero, por el hecho de haber comenzado tan joven, me permitió sumar más de 40 años en la profesión”.

“Paralelamente siempre tuve la vocación por las actividades públicas, relacionadas con la comunidad judía, con un fuerte vínculo con la Asociación Israelita y la DAIA local. Simultáneamente llevé adelante tareas en el ámbito de la política, en especial a partir de la recuperación de la democracia. En todo momento sentí esa necesidad e inclinación de tratar de solucionar en la medida de mis modestas posibilidades, cuestiones del orden social. Me llamó la atención la lucha contra la discriminación y el antisemitismo, algo que adquirí desde muy joven para tratar de desarrollarme en función de esos objetivos”, consideró el otrora asesor letrado del municipio.

Woscoff admitió que su perfil “tiene mucho que ver con la formación del abogado que reclama por la equidad, la igualdad y la Justicia, son como las distintas facetas de un mismo destino que uno elige. Soy judío y, en esa condición encontré, en la lucha contra el antisemitismo la motivación para el desempeño de mi actividad, buscando encontrar lazos fraternos con la comunidad católica y otros credos. Siempre tuve interés de propiciar ese tipo de diálogos porque lo considero algo fundamental, derribando prejuicios, contribuyendo a conocer a los diferentes. Ponerse en el lugar del otro nace de esa necesidad, que después se traduce en cierta manera conciliatoria de ejercer la actividad política”.

“Cuando vino a Bahía Blanca Juan Pablo II, con algún gesto de audacia, propuse que la DAIA tenía que participar de la organización de la recepción al Sumo Pontífice porque consideraba que era una visita única y emblemática para la ciudad, independientemente de credo. Eso provocó cierta sorpresa en ambas comunidades pero atendimos a la prensa extranjera, en lo que significó una experiencia útil”, refirió quien fuera asesor ad honorem de la Secretaría de Culto de la Nación.

Pero no quedó solo en eso: “Además de ello surgió un vínculo con algunos amigos que activaban en la Iglesia Católica, como es el caso de Arturo Guevara, conocido ex dirigente del club Estudiantes, lo que nos permitió desarrollar otras actividades y enhebrar una profunda amistad. También fui parte de la creación de un encuentro para el diálogo entre católicos y judíos en la ciudad. Con otros amigos, fuimos cofundadores del centro Raoul Wallenberg, una muestra permanente para la recordación del holocausto a nivel local”.

Woscoff, secundando al ex Presidente Fernando de la Rúa.

“Me identifico rápidamente con el radicalismo, con la figura de Raúl Alfonsín, a la cual uno contribuye a revalorizarla a medida que el tiempo y la distancia van marcando con rasgos cada vez más nítidos una personalidad excepcional. Al mismo tiempo, me tocó compartir el primer viaje al exterior de Fernando De la Rúa como Presidente de la Nación, al poco tiempo de ganar las elecciones con la Alianza. Fui convocado para integrar la delegación no estatal al foro del holocausto que se celebraba en Estocolmo, un hito internacional al que acudieron representantes de varios países”, sostuvo Woscoff.

En paralelo, indicó que “allí se marcó la piedra basal de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto que ha venido trabajando intensamente, incluso hasta hace pocos años, acuñando una definición internacional relacionada con el antisemitismo, a la que Argentina adhirió el año pasado. Aquel encuentro alumbró la Declaración de Estocolmo, que tanto ha contribuido desde el año 2000 al desarrollo de la educación, la memoria y la recordación”.

“El espacio Integración Ciudadana fue fundado por un grupo de diez personas que habíamos decidido abandonar la UCR, en tiempos de una profunda crisis partidaria y entendimos que había que realizar una propuesta local, con cierta carga ideológica y la apertura a sectores independientes, del socialismo, de la Izquierda y hasta algunos de origen peronista”, reflexionó quien intentara ser Intendente de la ciudad, logrando una importante adhesión en las urnas.

Sonrientes, Alfonsín y Woscoff.

A aquella patriada la calificó como “una muy rica experiencia, de la cual aprendí mucho, teniendo en cuenta que aquella diversidad obliga a tener una vocación para el diálogo muy especial, con la necesidad de encontrar puntos de acuerdo que, a veces, parecen imposibles. Esa fue una satisfacción muy grande porque se compartió con amigos y significó conciliar a los contrarios sin contrariar a los concilios, como dijera alguna vez un autor. Hicimos un ejercicio de equilibrio que algunos suponían impensados”.

“Me sigo considerando espiritualmente de extracción radical, inspirado en las figuras de Leandro N. Alem y Moises Lebensohn. El hecho de haber estado en el Concejo Deliberante con representación propia, nos permitió dejarle a la ciudad ciertas políticas que contribuyeron a mejorar la situación de algunos sectores. El saldo de la experiencia es altamente positivo porque, si bien la mayoría configuran logros colectivos, hay uno que subsiste y que algunos bahienses pueden no haberlo advertido”, sintetizó.

Y lo enlazó con la siguiente iniciativa: “Estamos hablando de la denominada mesa del suicidio, que se conformó en el HCD y que abordó una temática muy difícil. La hicimos con mucha seriedad y responsabilidad, convocando a sectores de la educación y, al tratarse de un tema al que a la sociedad le cuesta mucho enfrentar y mirarse al espejo, logramos ese abordaje interdisciplinario, contribuyendo a desarrollar algunos protocolos preventivos. Lo importante de todo esto es que quienes fueron nuestros continuadores no abandonaron esos mismos objetivos”.

“El hecho de no haber logrado ser Intendente de Bahía Blanca no lo considero una cuenta pendiente, a veces decía en broma que ya había ejercido ese cargo porque siendo presidente del Concejo y primero de la lista de Jaime Linares, lo reemplacé en más de una oportunidad. La práctica cotidiana, en mínima medida, la conocí”, infirió, al tiempo que enumeró: “Tiene que ver con esa intención de llevar adelante ciertas ideas que en determinado momento abracé y que me parece que pueden contribuir a que la ciudad sea mejor, a que todos los sectores sean respetuosos entre sí, que los conflictos se superen a partir del diálogo y, por otra parte, esa propuesta de acortar las diferencias sociales, en una ciudad en la que hemos visto (y seguimos viendo) hambre y situaciones muy graves. A veces uno piensa retóricamente que la única voz que se silencia es la de los vecinos que sufren y no debiera ser así. La actitud que cada uno pueda tener respecto de esos temas estructurales es la que demanda mayor compromiso”.

Junto a su nieto, premiando a Lautaro Martínez por defender a Lukaku, víctima de racismo en Praga.

Woscoff evitó ser tajante sobre su futuro, pero dejó una definición: “Es difícil tener la certeza absoluta de que mi carrera en la política desde el punto de vista partidario ya esté terminada. Mi última participación en la Unidad de Investigación del atentado a la AMIA fue una intervención de dos años como asesor de Mario Cimadevilla, una experiencia muy rica y dura al mismo tiempo porque enfrentamos situaciones muy complejas. Allí uno advierte lo que es la vida cotidiana de los familiares de las víctimas. Más de una vez quedé muy afectado por observar la indiferencia, el ocultamiento y el encubrimiento. Eso quizás me hizo orientar en esta última etapa, a la escritura, porque sentía la necesidad de hacer aflorar algunos sentimientos que estaban un tanto ocultos. La literatura tiene la ventaja de poder trasladarlos”.

Al lado de Marcelo Gallardo, DT de River.

“La fórmula para sintetizar lo que ocurrió en las elecciones del último domingo es una combinación entre pandemia y economía. Mucha gente se sintió afectada por la gestión del gobierno en ambas materias y, sin dudas, eso se transformó en una necesidad que el pueblo expresó en las urnas. Las elecciones son circunstancias coyunturales, al clima de ese momento y esas oportunidades pueden favorecer a uno o a otro. Es difícil imaginar que un gobierno en medio de la pandemia pueda salir bien parado porque siempre hay fallas que se le pueden atribuir en la gestión, pero además existen efectos económicos muy complejos que el pueblo tomó muy en cuenta para hacer notar estas situaciones, traduciéndolo en un verdadero voto castigo”, resaltó, con un tono meramente crítico.

Luego, se lo consultó sobre la aparición de outsiders como Facundo Manes y Lorenzo Natali: “Me parece bien el involucramiento de personas que ingresan a la política a una edad más avanzada que la habitual, por allí nosotros por formación la entendemos como un llamado que se inicia en etapas anteriores. No obstante, me da la impresión que es una actividad que es vital y tiene una visión totalizadora, como instrumento de transformación social. Desde ese punto de vista, todos los que se quieran sumar, sea en el partido que sea, son bienvenidos. Se necesitan aportes novedosos que sirven para renovar las banderías políticas”.

“Hice una colaboración en un documental sobre la vida de Matthias Sindelar, un futbolista austríaco de la década del 30, que aún hoy los expertos lo siguen considerando entre los 10 o 20 mejores del mundo. Se desempeñó en la época del nazismo, en la Selección de su país que era la más importante por entonces. Adolf Hitler intentó fusionarla con la alemana, pero como su director técnico y dos o tres jugadores eran judíos, se negaron. Sindelar, que era la figura estelar, encabezó esa decisión, en una suerte de reproche a las políticas fascistas”, afirmó con el orgullo de haber trascendido fronteras.

“Fue a partir de aquello que escribí un artículo, el cual comenzó a circular por todo el mundo, siendo publicado en distintos idiomas. Con Alberto Frenkel decidimos realizar un documental que se llamó ‘Matthias Sindelar. Un gol por la vida’, donde incluso hice las veces de productor, coordinando su realización, otra de las experiencias imborrables y muy gratas. Está disponible desde 2014 y ha servido como material didáctico para ilustrar aquella época terrible para Europa. Fue una forma de llegar a través del deporte y con una figura tan singular que luego murió en circunstancias sospechosas a partir de un escape de gas en Viena, que muchos le atribuyeron a los nazis”, se lamentó.

Pero la vida de Woscoff y el arte se volvieron a encontrar: “Llevo publicadas dos novelas y una tercera que está en edición y se llama “El Dólar Quemado”. Esa última la escribí junto a Héctor Grimberg, un amigo de toda la vida. Él reside hace más de 20 años en Barcelona, es psiquiatra, actor y dramaturgo y, en un momento dado, me propone que escriba una obra de teatro. Al principio me lo tomé en broma porque recién incursionaba en el mundo de la literatura, pero me alentó a hacerlo y, entre ambos, creamos ‘Dos hombres grises’ que, para mi sorpresa y satisfacción, se estrenó el 21 de Agosto en un teatro de Barcelona”.

“A veces uno tiene la sensación de que no hay fronteras y las circunstancias o el empeño y la ayuda de los que nos quieren ver bien, ayudan a que se pueda sortear este tipo de pruebas, porque si alguien hace unos años me decía que iba a escribir una obra de teatro, no lo hubiera imaginado nunca”

raúl woscoff

“La trama es tan universal como actual porque tiene que ver con el despido, que ocurre en una gran empresa y afecta a uno de los dos personajes. A partir de esa situación traumática que sufre la víctima de aquella decisión, comienza a cambiar la relación con uno de sus compañeros de trabajo, entendiendo que se trató de una injusticia. Luego se dan una serie de circunstancias, con un final imprevisto que no lo vamos a contar”, adelantó, dejando la intriga sobre el epílogo del material.

Ya sobre el final, Raúl se sensibilizó aún más: “Me gustaría que la ciudadanía me recuerde por mi paso por la política como una persona que siempre trató de ser consecuente con sus propias ideas, respetando las ajenas y que no le ha escapado a los compromisos, muchas veces a sabiendas que iba a terminar mal parado. Soy consciente de que parte de mi actividad política e institucional la podría haber desarrollado en Buenos Aires porque me convocaron en esa condición varias veces, pero no me imaginé fuera de mi ciudad, lejos de mis afectos más estrechos”.

“En algún momento me ofrecieron ser candidato a diputado y la posibilidad de participar comunitariamente en otras instancias, pero no me he hallado ni imaginado en esos ámbitos. Siempre me proyecté en Bahía Blanca, rodeado de mi familia y con mis seres queridos. Profesionalmente he sido un hombre común que respondió a sus propias ideas, asumiendo riesgos sin importar el resultado final”, cerró, con sus ojos brillosos y, con un cálido saludo antes de dar por concluida la videollamada.

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