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fue vacunada el sábado

“Esperaban ver a una viejita de 100 años, pero no estoy para nada cachuza”

Irma recibió la primera dosis el sábado en la sede de la UTN y aseguró que no tuvo ningún efecto adverso. “Me sacaban fotos como si fuera Susana Giménez”, destacó con gran sentido del humor quien vive en un geriátrico.

Irma tiene 100 años, vive en un hogar geriátrico bahiense y el último sábado recibió la tan esperada primera dosis de la vacuna contra el coronavirus. Orgullosa de haber llegado a ese día que anhelaba hace meses, conversó con LA BRÚJULA 24 y demostró su jovialidad, además de confirmar que no tuvo ningún efecto adverso a partir del pinchazo de la aguja que le aporta un índice de inmunidad y la posibilidad de sobrellevar de mejor forma la enfermedad en caso de contagiarse.

“Me aplicaron la dosis en el auto. Se generó un gran alboroto cuando se supo que tengo 100 años. Muchos esperaban encontrarse con una viejita, pero no estoy nada cachuza”, sostuvo entre risas la mujer, durante su charla con el periodista Germán Sasso; al tiempo que añadió: “Nací el 15 de septiembre de 1920 en Viedma, pero a los dos años me vine a vivir a Bahía Blanca”.

Asimismo, la mujer sostuvo que “tengo una edad en la que no podía estar sola en mi casa, me había descompuesto un par de veces. Siempre tuve un carácter difícil, mi marido murió en 1994 y no me gusta que me manden o me den indicaciones. Sin embargo, en el hogar son todos amorosos conmigo y soy muy respetuosa”.

Luego de confirmar que después de haber sido inmunizada con la primera dosis no experimentó efectos adversos, aclaró: “Estoy sentada en la cama y como salí tres días para vacunarme me aislaron en una habitación. Cuando todos me sacaban fotos me sentía una pieza de museo, como si fuese La Mona Lisa. Me sentía Susana Giménez, solo faltaba que me preguntaran por los dinosaurios y preguntar si estaban vivos”.

“De esta bendita pandemia siento que es la peor forma de enfermarse. Me queda poco hilo en el carretel, pero lo más lindo es estar acompañado de los hijos y los nietos, sin pensar en morir en soledad. Mi familia ahora me viene a visitar y me ven en un patio a través de un vidrio. Prefiero comunicarme por teléfono, más allá de que mi bisnieto de menos de tres años maneja el celular mejor que yo. No poder tocarlos o darles un beso me angustia mucho”, agregó Irma.

Consultada respecto a si tiene certezas de cuándo tiene que volver para completar el proceso, señaló: “Al haber mucha escasez de vacunas, todavía no me dijeron nada para la segunda dosis. Soy la primera persona de este hogar en haber recibido la vacuna. Es tan loco lo que pasa, para un ministerio de Salud te nombran un ingeniero, nadie sabe nada de nada”.

Irma fue ama de casa, tiene dos hijos –uno de ellos está en Neuquén– y tras aclarar que con sus nueras se lleva muy bien, refirió: “El mejor consejo que doy es que uno tiene que estar en paz con todo el mundo. No tengo rencor y no hay nada peor que una vieja quejosa. Me pueden obligar a obedecer, porque tengo que pagar impuestos o acatar las leyes, pero a creer y pensar nadie te puede obligar”.

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