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A un año de la declaración del ASPO: lo qué aprendimos y los riesgos de la segunda ola

Hace un año, el presidente Alberto Fernández declaraba el confinamiento obligatorio. Si bien el Gobierno descartó ayer decretar una medida similar por el momento, las alarmas crecen ante el aumento de los contagios.

Cuando nos queremos dar cuenta, ya pasó poco más de un año desde que escuchamos hablar de casos aislados de una neumonía poco común en China. En ese entonces, nos parecía un hecho no solo lejano, sino ajeno a nuestra realidad. Dos meses después, y en plena organización del comienzo de clases y de la puesta en marcha de nuestros proyectos, estábamos confinados en casa con nuestra vida cotidiana totalmente alterada.

"A todos los argentinos, a todas las argentinas, a partir de las cero horas de mañana, deberán someterse al aislamiento social, preventivo y obligatorio", mencionaba Alberto Fernández en aquella conferencia de prensa del 19 de marzo.

"Esto quiere decir que a partir de ese momento, nadie puede moverse de su residencia, todos tienen que quedarse en sus casas, es hora de que comprendamos que estamos cuidando la salud de los argentinos", agregó el jefe de Estado en aquel entonces.

El encierro trajo todo un aprendizaje sobre el coronavirus y, en tiempo récord, ya existe no solo una, sino varias vacunas disponibles.

Pero transitar estos meses no fue nada sencillo. Desde la incredulidad inicial, diferentes teorías intentaban orientarnos. No se sabía si se trataba, por ejemplo, de un virus con una peligrosidad similar al de la gripe. El tiempo demostró que, lamentablemente, no fue así: ya se infectaron más de cien millones de personas y han muerto más de dos millones y medio por COVID-19 en todo el mundo, con tasas mucho más altas que las de la gripe.

Además de las consecuencias en la salud, la recesión económica por el cese de las actividades ha afectado a todos los países del mundo, con mucha más repercusión en los países no industrializados. El estudio del virus de manera simultánea en todo el mundo agregaba (y agrega) información nueva, semana tras semana.

Ya sabemos que la vacuna no es una solución instantánea: con la lógica demanda de millones de dosis, la producción está algo ralentizada, el acceso a ella no es equitativo para todos los países y, por una cuestión cronológica, aún no conocemos cuánto dura la inmunidad que otorgan. Se sabe, también, que el clima caluroso no disminuye la presencia del virus: la llamada “segunda ola” en Brasil, con decenas de miles de infectados y miles de muertos cada día así lo confirma.

Transmisión del virus en las superficies

Una de las principales preocupaciones al inicio de la pandemia era si el virus persistía en las superficies. Así, la limpieza exhaustiva de los envases de los productos comprados en el supermercado, de la suela de los zapatos (y de las patitas de las mascotas) al volver a casa y de todos los muebles del hogar, se convirtió en una rutina casi diaria y agotadora. Por fortuna, hay cada vez más evidencia que indica que el virus no permanecería viable demasiado tiempo en estas superficies y que este tipo de limpieza no sería necesario.

El virus viaja en aerosoles

Por otro lado, sí se sabe que el SARS-CoV-2 se transmite mediante aerosoles presentes en las secreciones respiratorias de las personas infectadas. Esto es particularmente importante, por su peligrosidad, en ambientes cerrados y mal ventilados. De allí la recomendación de evitar las reuniones numerosas y de preferir siempre lugares al aire libre para reunirnos con nuestros seres queridos.

El barbijo, nuestro gran aliado

Otra certeza que nos tranquiliza en medio de la pandemia es que el uso de barbijo es fundamental para prevenir la transmisión. La mayoría de las personas hay se han acostumbrado a su uso. Si bien la tasa de transmisión en los niños aun no se conoce del todo, también está recomendado para los niños mayores de 6 años. Los más pequeñitos no deben usarlo porque, dado que sus vías respiratorias no están del todo maduras, necesitan tener las vías de entrada despejadas para respirar bien.

¿Cuáles son las consecuencias de la COVID-19 en el largo plazo?

En la mayoría de las personas infectadas, el SARS-CoV-2 causa síntomas leves en el corto plazo, una enfermedad respiratoria aguda o, directamente, ningún síntoma.

Pero en un porcentaje menor, las personas sufren síntomas de larga duración; en estos casos, la enfermedad se llama COVID-19 prolongada. Estos pacientes presentan dificultad para respirar, fatiga prolongada, dolor de cabeza y articulaciones y pérdida de olfato y gusto. Lo importante es tener en cuenta que todas estas alteraciones pueden ser tratadas con un seguimiento adecuado; incluso existen terapias de rehabilitación para la anosmia (falta de olfato), un síntoma hasta entonces casi desconocido y que terminó siendo uno de los granes protagonistas de la pandemia. Los científicos están investigando qué factores pueden predisponer a sufrir esta variante prolongada de la enfermedad.

El impacto social de la pandemia

El virus no solo trajo enfermedades orgánicas, sino que de a poco comienzan a manifestarse las consecuencias económicas ya mencionadas, sino profundas modificaciones en nuestra interacción social. El aislamiento de nuestros seres queridos, el encierro, los cambios laborales (muchas veces, con pérdida de la fuente de trabajo) y en la escolaridad han repercutido de manera negativa en nuestra psiquis y en nuestro comportamiento. Así, los trastornos del sueño, del humor y de los estados de ánimo alteraron nuestra cotidianeidad y, en algunos casos, desencadenaron cuadros que necesitaron tratamiento por especialistas.

El coronavirus y el medioambiente

La contaminación y las emisiones de gases de efecto invernadero se redujeron en todos los continentes a medida que los países intentaban contener la propagación del virus.

La mayoría de las enfermedades emergentes, casi un 75% son zoonóticas, es decir, que se originan en animales. La COVID-19 no es la excepción, ya que se cree que se originó en pangolines vendidos en mercados húmedos en China. La responsabilidad parece ser toda nuestra, de los seres humanos: nuestra intervención en el suelo con las consiguientes alteraciones climáticas, la invasión y aniquilación de los hábitats salvajes y el inmenso tránsito de la población mundial por todo el planeta han ayudado a difundir enfermedades transmitidas por animales.

Esto, combinado con la urbanización, la superpoblación y el comercio mundial, han creado un escenario ideal para que se produzcan más pandemias. La prueba de la intervención perniciosa del ser humano en el medioambiente es que, durante la etapa de confinamiento más estricto, la contaminación y las emisiones de gases de efecto invernadero se redujeron en todos los continentes a medida que los países intentaban contener la propagación del virus. Una vez relajadas estas medidas de aislamiento, y con el regreso parcial de la actividad económica, volvieron a aumentar de manera drástica. Otro tema para considerar es la notable disminución en el desperdicio de alimentos, tal vez producto del temor por la escasez de estos.

Existe la posibilidad de que la pandemia tenga un impacto más duradero en el medioambiente, y los ambientalistas se preguntan si la forma en la que respondimos a la crisis de COVID-19 podría servir como modelo para responder al cambio climático.

La segunda ola

La posibilidad concreta de la llegada de una segunda ola comenzó a visibilizarse con más fuerza durante esta semana.

"La llegada de una segunda ola es una posibilidad concreta. Queremos minimizar el ingreso de nuevas cepas, estamos trabajando en un corredor seguro para las personas que ingresan al país", dijo ayer la ministra de Salud, Carla Vizzotti.

De todos modos, por el momento, el Gobierno descartó la posibilidad de regresar a un confinamiento similar al que vivimos hace un año.

“No estamos en marzo del año pasado, no estamos pensando en esas medidas. Tenemos un camino recorrido, el partido ahora se juega en el territorio, tenemos fortalecido el sistema de salud. No pensamos en medidas de confinamiento”, explicó la ministra de Salud, Carla Vizzotti.

Las variantes de Manaos y Sudáfrica

Esta semana, en LA BRÚJULA 24, la reconocida patóloga Marta Cohen se refirió a las nuevas cepas de coronavirus y a la posibilidad concreta de que lleguen a nuestro país.

"La cepa británica surgió en una persona anciana en Kent el 20 de septiembre. Comenzó de a poquito, pero luego barrió con un porcentaje muy grande de la población. Es un 70% más contagiosa y ha generado un mayor índice de mortalidad, el cual pasó de 2.5 cada mil a 4.1 cada mil en el Reino Unido. De todos modos, las vacunas son efectivas para esta variante", mencionó la especialista en contacto con el programa Nunca es tarde.

"En tanto, en noviembre surgieron las variantes de Manaos y la de Sudáfrica. Si bien comparten ciertas características con la de Kent, tienen además un valor agregado. Se trata de una mutación que no es reconocida por algunos anticuerpos generados por las vacunas, haciendo que las mismas no sean eficaces", agregó, generando un claro síntoma de alarma.

Cohen, quien en octubre fue distinguida con el título de oficial de la Orden del Imperio Británico (OBE, por su sigla en inglés), uno de los galardones más prestigiosas del Reino Unido, explicó también y con suma claridad la relación que guardan estas nuevas variantes de la enfermedad con la vacunación sobre los adultos mayores.

"Los adultos mayores y las personas con enfermedades de base tienen un sistema inmunológico más debilitado. Por lo tanto, el virus al ingresar en ese organismo va a poder multiplicarse con mayor facilidad y eso le va a generar más síntomas y obviamente, más posibilidades de no sobrevivir a la enfermedad. Además, al multiplicarse en este tipo de organismos con sistemas inmunológicos debilitados, se van a generar virus con errores, que luego van a producir nuevas mutaciones que son las que están circulando alrededor del mundo y que son más peligrosas y más contagiosas", dijo la especialista.

"En Argentina no se está priorizando a los adultos mayores. Se está vacunando a gente joven que está en contacto con el público mayoritariamente, pero se debería poner el foco en este grupo para evitar que aquí también surjan nuevas cepas", aclaró.

(Fuente: LB, Infobae y Página 12)

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