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Héroe de Malvinas nominado al Nobel de la Paz

“El premio mayor sería completar la identificación de nuestros 122 compañeros”

El ex combatiente fue incluido en el listado junto al inglés Geoffrey Cardozo. Sin embargo, su objetivo es completar aquella misión que inició en 2008.

Julio Aro tenía apenas 19 años cuando descendió de un avión Hércules para pisar por primera vez ese suelo argentino de las islas Malvinas. Era el lunes 12 de abril de 1982 y en aquel momento, ese soldado, alto y flaco, con indisimulable cara de adolescente, no podía ni siquiera imaginar lo que viviría en los próximos meses.

De allí en más, transitó por 74 días de pesadilla. La muerte le pasó cerca varias veces durante los bombardeos enemigos. Muchos compañeros de su regimiento quedaron en aquellas Islas. Pero el volvió. En aquel entonces, seguramente no entendió por qué a él le tocó sobrevivir a esa cruenta y absurda guerra. Pero el tiempo, le demostró que tenía otra misión por cumplir.

En 2008, y con varias heridas aún abiertas, Julio decidió volver a aquellas áridas tierras. Fue justamente en aquella travesía donde descubrió una tarea que, tras años de trabajo y de lucha, hoy lo ubica entre los candidatos a obtener, el próximo año, un premio Nobel de la Paz.

“Antes de 2008, odiaba todo lo que tenía que ver con los británicos. Pero Dios quiso que quiera ir a buscar a ese Julio que se fue en 1982 a Malvinas y que no había regresado nunca. Por eso, me pagué un viaje para ir solo a las Islas. Esa experiencia, de recorrer mi campo de batalla y el que transitaron otros combatientes, me permitió sanar. Pero ahí también sumé otra bronca y otra impotencia tremenda, que era el de encontrar en el cementerio de Darwin unas 122 placas que solamente decían soldado argentino solo conocido por Dios”, mencionó Aro, en un emotivo diálogo con el programa Nunca es Tarde, de LA BRÚJULA 24.

“Buscaba a mis compañeros de regimiento, a Chávez, a Bordón, a Balvidares y no los encontraba. Encontré a Aguilar y a Ochoa, pero no en el lugar donde yo mismo los había enterrado. Por eso, encaré este proyecto”, acotó.

El próximo paso fue viajar a Londres. Julio no tenía demasiados conocimientos respecto al idioma. Y como si fuera una película, le pusieron como traductor a otro ex combatiente, pero del otro bando.

“Fueron justamente las limitaciones que tenía con el idioma, las que me permitieron conocer a Geoffrey Cardozo, un coronel inglés que también había estado presente en aquella guerra”, contó.

Aro no conoció la verdadera identidad de Cardozo hasta el último día de su estadía en la capital británica. Aquella noche, y en medio de un par de cervezas, Geoffrey le contó quién era en realidad y además le entregó un documento que terminaría sería revelador.

“El último día, antes de volver, me entregó un informe donde decía cómo y dónde había encontrado los cuerpos de los soldados argentinos, las fosas comunes que había desenterrado, cómo había limpiado los cuerpos para luego enterrarlos aquel 19 de febrero de 1983. Ese inglés se había encargado en persona y con muchísimo respeto y amor, de enterrar a muchísimos de mis compañeros como si fueran los suyos”, dijo.

Hoy, Aro y Cardozo comparten una amistad y están nominados en conjunto para el premio que otorga el tradicional comité noruego. Gracias a su labor, 115 de los 122 cuerpos que figuraban como “soldados argentinos solo conocidos por Dios”, pudieron recuperar su identidad.

“Ese papel que me entregó Geoffrey, junto a un equipo extraordinario de antropólogos, de la Cruz Roja, de las Cancillerías y de las embajadas, permitieron que hoy haya 115 cuerpos identificados. Son soldados que recuperaron su rostro y su identidad. Sus madres, como ellas mismas lo dicen, los volvieron a parir”, resaltó.

Desde hace unos días a esta parte, y tras conocerse la nominación, el teléfono de Aro no para de sonar. Sin embargo, su objetivo no es el preciado galardón, sino completar la identificación de esos 7 cuerpos que restan.

“Lo importante no es el premio, sino que todos se enteren que faltan identificar a siete compañeros. Queremos que alguno que esté escuchando esta nota nos llame a la Fundación y nos diga que tiene un familiar o conocido que fue a Malvinas y que no aún no fue identificado. Para mi el premio mayor, sería completar la identificación de los 122 cadáveres que figuraban como soldado argentino solamente conocido por Dios”, explicó.

Para terminar, Aro dejó un mensaje para toda la sociedad. En medio de una etapa difícil del país, repleto de conflictos y grietas, el ex combatiente llamó a sembrar amor, diálogo y paz.

“Miremos para adelante. Sembremos amor, diálogo y paz para poder salir adelante. Si logramos poner una semilla en el corazón de la gente con buenos sentimientos, seguramente nuestro país y el mundo estarán salvados”, aseguró.

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