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Exitosa maniobra de la NASA en la superficie de un asteroide
La sonda Osiris Rex logró recoger muestras de polvo y arena para que sean analizadas en la Tierra.
Tras cuatro años de marcha silenciosa por el yermo mundo estelar y otros cuatro para desandar los 334 millones de kilómetros recorridos, la sonda OSIRIS-REx, con su apodo de faraón, logró, tras unos instantes de tensión, extraer con su brazo mecánico material del asteroide Bennu, bautizado como un ave de la mitología egipcia, asociada con la muerte.
La misión fue denominada "touch and go" ya que el contacto duró unos pocos segundos. En el curso de esta maniobra, la nave atrapó muestras de polvo y arena para ser enviadas a la Tierra. El objetivo se movía a 100.000 kilómetros por hora, prácticamente sin gravedad.
En el momento decisivo, el sistema automático de la sonda escaneó la superficie del asteroide y evaluó si el descenso era seguro. La distancia que separaba al mineral de su perseguidor variaba de 125 a 5 metros de la superficie. La probabilidad de que la nave abortara el descenso fue del 6%.
Cuando el anillo tocó el suelo, se liberó una carga de nitrógeno presurizado para levantar pequeños trozos de roca y "suelo". El objetivo fue capturar 60 gramos, pero los científicos e ingenieros que trabajan en la misión liderada por la NASA confían en que ese "pellizco" podría haber extraído un kilo o más.
Lo cierto es que todavía podrían pasar algunos días antes de que la NASA contabilice la cantidad de material de superficie de Bennu que se ha tomado. Todas las muestras se empaquetan para su devolución en una cápsula que se espera que aterrice en la Tierra en septiembre de 2023.
Y si bien hubo otras misiones que lograron atrapar fragmentos de cuerpos en movimiento, este hallazgo representara el mayor "tesoro" extraterrestre que llegue a la Tierra desde que los astronautas del Apolo recogieron rocas de la Luna hace 50 años.
Es "casi una piedra Rosetta, algo que está ahí fuera y cuenta la historia de toda nuestra Tierra, del sistema solar durante los últimos miles de millones de años", dijo el científico jefe de la NASA, Thomas Zurbuchen.
Todo el procedimiento fue automatizado debido a que las señales de radio tardaban 18 minutos en atravesar la extensión del espacio intermedio, lo que imposibilita la intervención de los controladores en tiempo real.
Bennu, como tantos otros cuerpos rocosos, forma parte de una población de asteroides que contienen moléculas orgánicas con carbono -ingredientes esenciales para la vida tal y como la conocemos en la Tierra- y minerales alterados en la presencia de agua.
Los investigadores lo catalogan como un asteroide carbonoso, lo que significa que sus rocas aún retienen gran parte de la química que estaba presente cuando el Sol y los planetas aparecieron hace más de 4.500 millones de años. De ahí el deseo de llevar parte de su material a un laboratorio para un análisis profundo.
Osiris-Rex fue lanzada en septiembre de 2016. Cuando llegó a Bennu en 2018, el equipo de la misión se asustó. Las observaciones lejanas del telescopio y el radar habían sugerido que el asteroide tendría una especie de superficie arenosa. Pero las imágenes en primer plano de la sonda revelaron que el diminuto mundo estaba plagado de imponentes rocas.
Peor aún: se notó que el asteroide ocasionalmente expulsaba fragmentos de su superficie a medida que las sustancias volátiles se ventilaban en el espacio. La misión se volvía de alto riesgo.
Este entorno desafió al equipo de la misión a encontrar un lugar seguro para tomar muestras. Se pasaron meses mapeando con precisión cada bulto y bache en Bennu. Gracias a estos, lograron identificar dos lugares en los que Osiris-Rex debería poder entrar y salir con razonable comodidad.
El sitio principal, llamado Nightingale, tiene 8 metros de ancho, un poco menos del ancho de una cancha de tenis. La sonda se acercará a esta zona restringida muy lentamente, utilizando su sistema de visualización automatizado para evitar peligros cercanos, incluida una roca de dos pisos que ha sido apodada Mount Doom.
"Estoy seguro de que vamos a tener abundante material basado en la naturaleza del sitio Nightingale y las pruebas exhaustivas que hicimos con nuestro mecanismo de adquisición de muestras Touch-and-Go (Tag-Sam)", dijo el investigador principal Dante Lauretta de la Universidad de Arizona, Tucson. "Y en el mejor de los casos, si el filtro Tag-Sam está lleno, podríamos tener un kilogramo de muestra o más. No puedo decirles lo emocionado que estoy".
La sonda tomará fotografías en todo momento, para permitir al equipo de la misión evaluar el éxito o no de la oferta de muestreo.
Fuente: Clarín
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