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Santiago, y la ilusión de una “intervención divina” para que el coronavirus desaparezca

Rafael Emilio Santiago, periodista de LA BRÚJULA 24, analizó esta mañana la realidad que se vive en el mundo con la pandemia del coronavirus, en el momento más critico donde la curva de contagios creció exponencialmente y profundiza el dilema en relación a cómo debe continuar la cuarentena.

En la mesa de café virtual, la charla que comparte con el periodista Germán Sasso, Santiago abordó –con la perspicacia que lo caracteriza– la delicada problemática que obliga a la humanidad a transitar la nueva normalidad.

Los fragmentos más importantes

“Me pregunto si Fernández, Kicillof o Larreta serán un triunvirato como lo fueron anteriores en la historia argentina y algún día llevarán una calle a su nombre. Estamos esperando el plan de vida que anunciarán. Una de las tantas encuestas tenía una pregunta muy inteligente para evaluar la actitud de la gente, su desgaste, respecto a las restricciones por su pandemia. Consultaba si conocía a alguien afectado por el virus, tres de cada cuatro decía que no. En mi caso solo conozco a Germán Pezzella, a quien invitamos a un programa radial, luego de aquella nota, volvió a Italia, se infectó y se curó rápidamente como buen deportista y el lunes hizo un gol, algo que no es su función”.

“No tengo certeza de alguien que esté complicado por la enfermedad, nos inscribiríamos en el 75% que respondió que no. La mirada ante el riesgo tiene que incidir si uno vio una bala que picó cerca. Tampoco soy un testigo formal, hace meses que no me muevo de casa. Es difícil que me cruce a alguien en el patio y si aparece alguien en mi propiedad llamen a Berni. El ánimo declinante hace que el desgaste del encierro siga siendo fogoneado por declaraciones estadísticas, a veces estremecedoras, todos con barbijos o jóvenes que son altos funcionarios y hablan de certeza y cifras”.

“Atiendo mucho un dato que es básico, fundamental y decisivo. El promedio de edad de los muertos es de 74 años y 35 para los infectados. Estamos a mitad de camino, parecería, en un momento incierto. Son etapas donde deberíamos cambiar el aire, porque parece que a uno le entraran mejor los rumores. A veces asoman por televisión, en general por muchos fundamentalistas. Todos tienen algo para decir sobre la pandemia y si se trata de la cuarentena, aún más. Mientras esperamos una vacuna, de la cual necesitaríamos unas 7 mil millones de dosis, debemos recordar que algunos historiadores coinciden que la peste negra desapareció como llegó hace 500 años. La única explicación fue una intervención divina. Me pregunto: no puede haber otra”.

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